miércoles, 18 de marzo de 2015

MANAPOURI

Manapuri es conocido por dos motivos.
El primero, porque es el punto de partida para las excursiones al Doubtful Sound, un fiordo 3 veces más largo y 10 veces más grande que el Milford Sound que vimos Eva y yo. Y también 3 veces más caro, por lo que está menos transitado. Debe ser una pasada, todo el mundo lo dice.
El segundo, porque fue el escenario de una potente reivindicación ecologista allá por los 70 porque para construir una central hidroeléctrica preteendían recrecer en nivel del lago 30 m. Construyeron la central (es la más potente del país), pero el lago mantuvo su nivel. Algún que otro ingeniero tuvo que devanarse los sesos un poco más, supongo.

Y aquí estoy yo para un par de días. He ido a hacer una ruta, que es lo mío. Había una par de posibilidades. Las dos, rutas circulares, pero como para ambas había que coger un water-taxi que te cruce el río, me he hecho las dos en una. No pensaba pagar $20 por cada rua de 3 horas. Y sobrándome tiempo, que no se diga, había quedado con el taxista a las 6:30pm.

¿Que el árbol se cae sobee el camino? No es problema.
Otra ruta super chula, otro bosque de hayas recubierto de musgo... Todavía no he perdido la capacidad de maravillarme. En el momento hapyflower me he dedicado a intentar distinguir los diferentes cantos de los pájaros. He llegado a contar 8 diferentes. Y luego están los kereru, unas palomas autóctonas que no sé si emiten algún sonido pero tienen un volar sonoro muy especial que se distingue perfectamente.


Había leído algo sobre un wirebridge, y me imaginé un puente hecho con cables. Después de todas las pasarelas tibetanas que crucé en Nepal, y alguna otra que he pasado aquí, ¡quién dijo miedo!

Pues lo digo yo. Cuando ví la pasarela comprendí lo que quiere decir wirebridge. Exactamente lo que su nombre indica, en singular, puente de UN cable. Véase la foto para enterderlo.

Mi primera reacción, salir corriendo en dirección contraria. La segunda, intentar controlar el nervio y sopesar la situación con calma. Siempre hay solución. Visto que el río no era muy profundo, me quité las botas y los pantalones y pasé andando por un agua congelada. Pero ni comparación con el puente. Una vez de estar al otro lado, probé a subirme al puente y andar un poco; en caso de extrema necesidad o de vida o muerte creo que lo hubiera conseguido. Pero habiendo alternativa iba a pasar por allí la madre del topo. Y no me dice el botero que antes tenía un cable para los pies y sólo otro arriba para las manos...

1 comentario: