sábado, 31 de enero de 2015

NORTHLAND I

Bay of Islands: aquí mi primer baño en el Índico
Dejamos Auckland y ponemos rumbo al norte, hacia el Cabo Reinga, el cabo más septentrional del país. Debe haber algo más al norte, pero es una Reserva y no se puede acceder. La primera etapa la hacemos en un coche gratis, depóstito e gasolina incluído. Ya os hablaré del sistema que permite utilizar coche, e incluso autocaravanas, gratis, o casi. La cosa es que como había que hacer el viaje por lo menos en dos etapas, elegimos como destino el lugar al que había que llevar el coche en cuestión: Whangarei. Una localidad absolutamente anodina que no merece ni gastar una foto, aunque sea digital y no cueste. Voy a decir en su descargo dos cosas: tiene unos alrededores estupendos, y la pareja que regenta el motel Casa Blanca, Denisse y Tel, es encantadora y más que amable, dispuestos a ayudar, a llevarnos y a traernos a y de diferentes sitios...

Karekare: la playa donde se rodó El piano
Eso sí, por el camino paramos en dos fantásticas playas. La de Karekare, agreste y peligrosa, donde se rodó la película de El piano; te sientes un poco abrumado en ella. Y la de Piha, más tranquila y más humanizada, la sensación aquí es completamente otra. La naturaleza no tiene una presenciq tan apabullante como en Karekare.


¡Ya he conducido por la izquierda!. Cuesta pero no tanto. Más me ha costado hacerme al coche automático y a encontrar el retrovisor de dentro

ESKERRIK ASKO DANORI!!!!


Ez dakit gai izan naizen idatzi didazuen guztiei erantzuteko. Espero baietz. Hala ere, doakizuela hemendik nire eskerrik beroena, sentsazio ikaragarria da munduaren beste puntan ere lagunen berotasuna jasotzea. Nire buruari egin diodan opari honen adierazle, hor naukazue Tasmaniako itsasoaren aurrean. Momentu horretako eguraldia ez zen bainatzeko modukoa, lainotu zen ur ertzera heldu orduko, haizea fina zen eta itsasoa zakarra, baina hau irakurtzen duzuenerako Ozeano Indikoan bainua hartuta egongo naiz...

miércoles, 28 de enero de 2015


AUCKLAND

Auckland es una ciudad de 1,4 millones de habitantes, muy muy extensa. Sólo hay rascacielos en el centro, cerca del puerto, y esa es la imagen que se vende. Pero paseando por sus amplias calles, edificios modernos se intercalan con otras de época colonial o victoriana, y eso da un curioso resultado.


No es especialnente atractiva aunque parece una ciudad amable: apenas se oye el tráfico y tiene muchos parques y colinas, antiguos volcanes desde los que divisar la ciudad desde una buena perspectiva. De hecho, nosotras comimos sentadas en la hierba de uno de esos parques, super a gusto. Mucha gente, incluidos corbatudos y señoras de traje ceñido y taconazo, también lo hace. En dicho parque se encuentra la Universidad, pequeños edificios desperdigados entre un exhuberante verdor, dan ganas de volver a estudiar y buscar un intercambio.


De noche gana mucho, los carteles luminosos y los edificios encendidos le dan un aire a Nueva York.

Vistas desde la terraza del hostel
Y están sus gentes, variopintas y multiraciales. Es la ciudad donde viven más maoríes de toda Nueva Zelanda, y donde se ha aposentado el mayor número de habitantes de origen polinesio. También se podría hacer un estudio sobre diferentes rasgos asiáticos.

¡Esto es hacer bookcrossing!
Eso sí, nos damos una caminata pronto por la mañana para ver el mercado de pescado y ¡qué decepción! Un recinto pequeño, con la mayoria de los puestos sin colocar todavía... ¡Como se enteren en el mercado de la Ribera de esto nos cambian los horarios!


martes, 27 de enero de 2015

NEW ZEALAND edo AOTEAROA

¡¡¡Ya estamos en la otra punta del planeta!!!


Después de casi 27 horas reales de vuelo. Si contamos los cambios de avión, unas cuantas más.

A Londres sin problemas. Llegamos y allí es una hora menos. Pasamos un control de seguridad y cogemos el siguiente avión. Nos dan de cenar. A dormir. Desayunamos y parada en Singapur, hay que bajar para que limpien el avión y se adecúen a las medidas de seguridad austrialianas. Pasean un perro por la sala de espera que pasa olfateándolo todo. Otro control de seguridad y al avión. Pero como aquí son 7 horas más, se saltan la comida y nos vuelven a dar de cenar. Y a dormir otra vez. El cuerpo se empieza a volver un poco loco... Escala en Sydney, aquí hay que sumar otras 3 horas, ya no sabemos a qué hora vivimos. ¡Y otro control! Empiezo a cansarme de tanta tontería... En fin, a pasar por el aro, no hay otro remedio.

Y por fin el último vuelo. La salida definitiva se retrasa por el control de inmigración y las medidas biosanitarias. Tengo que enseñar las botas de monte, pasan la prueba, las he limpiado bien.



Y aquí estamos, y no se nos baja la sangre a la cabeza, no, aunque falta nos haría, que tenemos los pies un poco hinchados...