viernes, 30 de junio de 2017

MONTSERRAT



Después de pasar 3 días de salida con los de 2º (un auténtico viaje de estudios) puse rumbo a Montserrat para pasar allí un fin de semana.

Lo dicho, Después de 3 intensos días, llegué a la casa que habíamos alquilado y me tiré a la piscina casi sin saludar a los que habían llegado antes. Os podéis imaginar el calorón, porque por aquí también lo hizo. Ya, siendo de nuevo persona humana, me junté con el grupo, parte de la gente con la que suelo ir a Pirineos en verano.


Siempre he contemplado Montserrat, ese macizo rocoso, desde la distancia, camino a Barcelona o al Mediterráneo, pero no había estado nunca. Y me ha sorprendido gratamente. Es un oasis de naturaleza y curiosas formaciones rocosas en medio una llanura que se extiende hasta donde alcanza la vista. Y a pesar del calor, allí que nos hicimos una ruta de unas 5 horas de caminar y desnivel de 1000 m. Menos mal que había bastantes zonas de bosque, sobre todo al final, cuando eran las horas centrales del día. En esa especie de "dedo" que destaca en la foto había gente escalando. Nosotros fuimos imprudentes por hacer la ruta con ese calor, pero los escaladores se llevan la palma, la piedra tenía que expeler tanto o más calor que el que hacía.
La bajada, en funicular y tren cremallera. Hay que cuidar las rodillas, tenemos una edad. Lo tienen bien montado por allí. No vi a la Moreneta, pasé de entrar en el Monasterio, mucho mejor gastar el tiempo en tomar una  bien merecida cervezota.


Y por lo demás, relax y buenos alimentos. La casa era del siglo XVIII con un interior decorado como entonces, pero con un estupendo jardín, con zonas de sombra, la piscina, chill out e incluso un crucero de la época. Para qué buscar una excursión para el domingo. donde mejor se estaba era allí. Los encargados de la intendencia no olvidaron detalle  y estuvimos a cuerpo de reina. Fenomenal!

jueves, 8 de junio de 2017

4 DÍAS DE MONTE

Refugio de Linza
Aprovechando que mis compañeros me debían un par de días (por haber pasado una semana en Sukarrieta con mi clase, tenemos establecido un buen sistema de compensación), me he echado al monte.

Partí hacia el refugio de Linza, cerca de Isaba, un miércoles. Un poco inquietante, el refugio para mí sola, pero dormí estupendamente. La idea era testar mi estado físico de cara a la travesía que voy a hacer en Dolomitas, 6 días andando con mochilón. Y no he salido muy bien parada.

El primer día cargué la mochila más de lo habitual a propósito, y fue un total desastre. No llegué a coronar la Mesa de los Tres Reyes (2444 m), acabé fundida. Ahora, echando la vista atrás, le echo la culpa al calor (insoportable en aquella altura, pobres los que lo sufristeis en Bilbo) y a que se me olvidó llevar azúcar en algún formato, energía a la vena para cuando desfalleces. E ir sola no ayuda a remontar los bajones. Montón de excusas con tal de no reconocer que no estoy todo lo en forma que debiera.

Al fondo, el Acherito

Al día siguiente, con la mochila más ligera, subí el Castillo de Acher (2378 m), monte al que hacía tiempo tenía pendiente subir. Y fenomenal, la sensación fue completamente otra. Aunque no llegué exactamente a la cumbre (me faltaban unos 100 m de desnivel y media hora o así, y unos neveros en medio, y pasé), lo doy por hecho. Y ya el viernes a la noche vino Pedro, fenomenal, y con él hice el Acherito (2374 m) y subímos a los Alanos, donde no hicimos ninguna cumbre porque no quisimos exponernos al viento que azotaba de lo lindo. Pero desnivelamos unos 800 m en poco más de 4 km, que vale casi más que muchas cumbres.

Los Alanos y el collado que hay que atravesar

Total, una media de 18 km y desnivel de más de mil metros al día. Ya sé que no está mal, pero algo parecido es lo que voy a hacer en Dolomitas, pero con la mochila cargada para 6 días. Y el kilo de propina de la cámara de fotos, de la que no pienso prescindir. Conclusión: o me alquilo un burro para que me lleve la mochila por Dolomitas, o muero en el intento. Empezaré por pesar cada cosa que meta en la mochila para minimizar el peso hasta el máximo. Porque no pienso rajarme, así que tendré que darle una dedicación a eso de la preparación física.


La única pena que tengo de ese puente, que me ha cundido como si hubiera sido una semana completa, es que había pensado que podría hacerle una visitilla a Mercé, y ya no me quedan días. Sopas y sorber no puede ser.