martes, 17 de marzo de 2015

DUNEDIN Y LA PENÍNSULA DE OTAGO


Como tengo mucho tiempo hasta el 23 de marzo (Ima, mira qué bonita fecha...), fecha que tengo ya reservada para la famosa Great Walk, me cambio de costa por unos días para visitar Dunedin y la Península de Otago. Es lo de lo poco que dejó Eva sin ver de lo típico de los viajes organizados.
Aquí se viene a ver la estación de tren de la ciudad, y a hacer circuitos para ver pingúinos, focas y albatros en la península.
Y yo no iba a ser menos. He hecho lo que había que hacer (sin pagar) y un poco más. 
La verdad es que la ciudad da poco de sí, me ha sobrado mucho tiempo, porque volvemos a esos horarios incomprensibles: el comercio y los museos y demás cosas visitables cierran a las 17-17:30, antes el sábado, y muchos no abren el domingo. Y digo yo, ¿para que quieren luego supermercados abiertos de sol a sol? He visto alguno que abre de ¡6am a 10pm! En fin, a ver si me lo explica algún lugareño.


Lo que decía. Un par de edificios victorianos, alguna calle paseable, la famosa estación de tren, que además el sábado alberga la feria agrícola, y un museo de arte contemporáneo más que aceptable, aunque en este último estaban montando una exposición que inauguraban al día siguiente de irme, por lo que no había mucho que ver. Todo ventilado en una tarde y una mañana larga. La ciudad es agradable, pero da para lo que da. 
La península se recorre en un día. Por si acaso, pareo, bikini y bocata en el bolso, nunca se sabe qué deparará el destino. Tienen una Sandfly Beach, pero no hay moscas de esas en esta parte del país, es que la arena vuela en las dunas.


Una carretera serpenteante lleva al otro extremo donde se halla el Royal Albatross Centre. Me dijo la letona que lo que se ve pagando se ve desde un mirador cercano. No lo tengo claro, pero allá que voy al mirador. Estoy dudando sobre si lo que veo son albatros o gaviotas grandes. Una amable mujer me saca de dudas. Le han dicho que los albatros tienen 3 metros de envergadura, y que los pollos, recién han debido de nacer, no vuelan hasta septiembre. Me consuelo con ver unas cuantas focas nadando y jugando.

Prueba de agudeza visual, ¿qué es eso?
Para aprovechar los claros que se abren al mediodía voy a hacer una ruta que lleva a una playa, pasando por unas colinitas que llaman Las Pirámides, fruto de una erupción volcánica. La playa es enorme, y aunque sopla algo de viento, tomando el sol tumbada se está fenomenal.
En el camino de vuelta me encuentro con la misma mujer. Ya me lo había dicho, su marido no anda mucho pero ella se hace todos los paseos. A él le veo leyendo en periódica en el coche. Qué paciencia... O... ¡qué bonito es el amor!

Basalto, cristalización octogoanal.
Como esto hay en Fruiz, o lo había, por lo menos.
Al salir de allí me da un pálpito y vuelvo al Centro de los albatros. Entro a ver la pequeña exposición, y al salir, desde el mismo parking, veo una cosa enorme volando... No hay duda. Los de la mañana no eran, y esto sí es un albatro. Son impresionates. Me quedo un rato y veo unos cuantos, o al mismo dando vueltas, quién sabe.
Me voy contenta. De la visita a los pingüinos paso, es a las 8 de la tarde-noche y no me apetece esperar. Total, ya he visto algunos... Aunque estos deben de ser azules.


Una cosa os voy a confesar: estar sola en una ciudad es más aburrido. La playa y el monte se llevan de otra manera, pero es la primera vez que me siento en un restaurante sola, y se hace muy extraño. Al principio no sabía ni para dónde mirar. Y después, para tomar una caña he elegido sendas cerveceras con pantalla, para que parezca que haces algo. Un día me ha tocado cricket, y, al siguiente, rugby. Del rugby me he enterado de algo, del cricket, ni media.

1 comentario:

  1. Mira por donde una experiencia más. La siguiente vez se te pondrá alguien al lado y te hablará y tú le mirarás con cara rara... Ja ja que a mí ya me ha pasado.
    puedes jugar a marciano con el móvil es otra opción para entretenerte.
    A seguir disfrutando!!

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