Hemos pasado el día en Split, sin mover coche. Extraña sensación.
Split es un gran resto romano. Pasear por lo que en su día fue un espléndido palacio romano (obra del emperador Diocleciano) y hoy reconvertido en un barrio de infinidad de viviendas sería un placer si no fuera por la aglomeración de turistas que se da en ciertos momentos. Ha habido un momento en la catedral en que si Louise hubiera tenido una katana a mano hubieran rodado unas cuantas cabezas. A pesar del gentío, el palacio diocleciano, hoy corazón de la ciudad, es imponente, el ensanche extramuros es una delicia, tiene una colina con unas vistas magníficas y la playa urbana es un buen colofón a un ajetreado día turístico.
Porque nos quejamos de las hordas, pero obviamente nosotras somos parte de ellas. ¿O es que no debería haber nadie más que tenga vacaciones en septiembre? ¿Acaso creemos que hemos sido originales eligiendo destino? Somos tan guiris como los demás, nos salva un poco que no vamos en grupo siguiendo a un guía que esgrime un destartalado paraguas o una pala de ping-pong numerada. Hemos decidido que dejamos el turismo de crucero para más allá de los 80.
Os dejo aquí lo que dibujó y contó el Aventurero: http://viajesmorrocotudos.blogspot.com.es/2011/02/split.html
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