Una de las cosas más recomendables de Dubrovnik es recorrer sus murallas. No sólo porque en sí son espectaculares, sino porque se ve la ciudad desde una perspectiva diferente. Se ven las casas de la gente, sus colgadores, sus jardines... Parece mentira que vivan con normalidad en una ciudad tan tomada por el turismo.
Otra cosa que llama mucho la atención son los tejados. Hay muchísimos, la ciudad era grande, y casi todos son muy nuevos. No hay que olvidar que aquí también sufrieron un bombardeo que afectó al 68% de los edificios y calles y en el que se derrumbaron dos de cada tres tejados. Las murallas recibieron 111 impactos directos. Datos cortesía de la Lonely. Es estremecedor pensarlo, pero aquí no se percibe la sombra de la guerra, por lo menos como nosotras la percibimos en Mostar y en Sarajevo.Después fuimos a tomar una cerveza a un bar que está al pie de las murallas, cara al mar. Desde allí empezamos a ver relámpagos pero como no oíamos truenos no nos preocupamos mucho. Ingenuas nosotras, ¡a nuestra edad! Cuando nos fuimos de allí nos dimos cuenta que eran las murallas las que amortiguaban los truenos, no tardó ni 3 minutos en estallar una tormenta del demonio. Ni nuestros paraguas nos libraron de la lluvia racheada. Acarrearlos todo el día para eso...
Fuimos a cenar a un restaurante en una calita supercuqui, que era nuestra última cena, Louise me abandona y tendré que tomar el camino de vuelta sola
Aquí tenéis la perspectiva del aventurero del mencionado bar, y otra entrada que hizo sobre Dubrovnik
http://viajesmorrocotudos.blogspot.com.es/2011/03/buza-bar.html
http://viajesmorrocotudos.blogspot.com.es/2011/02/guerra-de-los-valcanes.html
El castillo es muy imponente y adusto haciendo un contraste fuerte con los tejados color butano del pueblo. No sé si me da un poco de miedo la verdad
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