Si alguna conclusión cierta he sacado de este viaje es la de mi entusiasmo por la tecnología. Del GPS ya os he hablado, un inventazo, que me trajo, de noche y sin copilota, hasta un camping perdido de la mano de Dios. Claro que tampoco es perfecto, el camping estaba cerrado, ¡cómo iba a pensar el animalillo que llegar a las 20:30 a un sitio en Francua es tarde! Ni él, ni yo, que no tengo excusa. Aunque cerrar la recepción a las 6 de la tarde me parece excesivo hasta para Gabatxilandia.
Otro aparato con el que estoy encantada es la tablet. Guardo las fotos, leo y mando mails y busco información allá donde hay WiFi y escucho música. Esto último en el coche. Con el bluetooth. Gracias, Ernesto, por haberme enseñado eso.
El bluetoth. ¿Alguien sabe cómo funciona eso? ¿Eso que te permite intercambiar archivos varios gratis? Porque lo del guatxap se paga, hsy wue pagar la conexión a internet en el móvil, que a veces parece que se nos olvida.
La foto no tiene nada que ver, pero me gusta. Es Dubrovnik, una casa cualquiera.
Retomando lo de la música. Cargué en la tablet una selección de música variada que nos pasó Ander para alguna fiesta, y lo completé con una serie de horteradas que nos gusta bailar y cantar (cuando menos a Patxi y a mí), las 60canciones dedicadas a Jota, y algo de lo vasco, que me he hecho croata pero no para tanto, que se vea de dónde vengo. Una cantidad de música que no hubiera cabido en otro soporte que admita el loro de mi coche y que, creo, me va a permitir llegar a Bilbo desde Ancona sin repetir canción.
Tampoco me voy a aburrir, porque voy pasando sin transición del R&R más cĺásico a Luis Aguiĺé y MariTrini, de ACDC y Ramstein a Silvio Rodriguez y Luis Llach, de Barricada y Leño a Los Brincos y Fórmula V, de Tequila a la desgarradora Chavela Vargas o de las canciones revolucionarias de los 60 a Zea Mays y Kerobia.