jueves, 9 de abril de 2015

PENÍNSULA DE COROMANDEL


Coromandel es una península al este de Auckland, y relativamente cerca. A pesar de ello, está bastante poco explotada. Bien es verdad que como no construyen a lo alto siempre da otra impresión. Pero así y todo.


Su cadena montañosa central, repleta de recorridos marcados, divide la estrecha península en dos partes kuy diferentes. Al este playas de arena blanca que pasar por ser de las mejores de esta isla norte, y al oeste grandes marismas y bahías pedregosas. A pesar de que me venía buscando playa, no he podido sustraerme a subir a lo más alto de la península, unos promontorios rocosos llamados Pinnacles cuyo último tramo es bastante vertical y están equipados hasta con peldaños de ferrata.
Playa de Hahei
Me he instalado en Hahei, en la costa este, a tiro de piedra de la Hot Water Beach, una playa en la que en marea baja, si vas con una pala y cavas lo suficiente, te puedes hacer un spa porque mana agua caliente del subsuelo; y de Cathedral Cove, otra playa estupenda a la que se llega andando (más de media hora, y está petada, es uno de los principales reclamos turísticos) y en la que, en marea baja también, pasas por un túnel y llegas a una estupenda cala con curiosas formaciones rocosas. La propia playa de Hahei es de las más bonitas. Aunque urbanizada, con casitas de mucho nivel, será que por aquí veranean los pudientes.
New Chum's Beach
Algo más lejos está la New Chum's Beach. Lo de new no sé porqué, no parece de ayer por la mañana. Es una playa absolutamente salvaje, sin ninguna casita a su vera, a la que se llega tras caminar unos 20 minutos. Una delicia de sitio, aunque también concurrido, no os vayáis a creer.


Para que os quedéis tranquilos, ya cuelgo las botas. Si hago alguna ruta será sencilla, de andar con las sandalias. Me dedicaré a la costa, y a algún que otro pueblo.

No está invadido, son sus raíces aéreas

Y, por cierto, se me olvidó comentar que en ese Pouakai Circuit, además de pelearse con los animalillos habituales, también habían tenido que implementar un programa de extinción de cabras salvajes, introducidas por los granjeros para mantener a raya las plantas de fresas. ¡Fresas! Chicas, que nos hubieran llamado a nosotras: con las plantas no sé si hubiéramos acabado, pero con sus frutos... ¡en un periquete!

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