Arthur Pass Village |
Llego al hostel elegido. ¡Cielos! Creo que voy a pasar de lo mejorcito al peor sin transición. Y hay que ver cómo lo describe la web. Y algunos de los comentarios; si es que hay mucho iluminado y mucho singermorning (¿veis cómo voy aprendiendo inglés?) por el mundo...
El sitio parece más un barracón que un alojamiento. No hay nadie. Una voz, por teléfono, me dice la clave para entrar. La sala, cutre. No hay música, hoy no va a haber Pink Floyd. Wish I wasn't here. La ducha, en la calle y con moneda. Las literas, no os cuento. La cocina, lo justo. Y trampas para ratones. Y un mensaje en otro baño con bañera que dice algo sobre toallas y ratones pero que no entiendo. El primer pensamiento es de horror. Luego pienso: ¡como en el txoko! Y relajo y me preparo la comida.
Pero cuando en la tranquilidad de la tarde estoy preparando las excursiones que voy a hacer y veo a los sagutxus campar a sus anchas, me da el arrebato y me voy al hostel de al lado a preguntar si tiene sitio. Pasaré una noche aquí por... Pues no se porqué, todavía no he pagado nada y la voz sólo tiene mi mail. Pero en fin. La obligación mal entendida.
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