Hemos hecho el último recorrido a la vera del río Marsyangdi, mañana lo abandonaremos para poner rumbo al Thorong La, el famoso paso a más de 5000 m. La verdad es que estoy un poco asustada.
Me había llamado la atención estos días que en muchos pueblos canalizan el agua y no sabía para qué. Ya lo hemos descubierto. Dirigen el agua a unas ruedas. ¿Para molinos? ¿Para telares? Para ferrerias ya sabía que no, no estamos en Euskadi... Pues no.
Para nada de eso, lo práctico no se lleva por aquí. Lo dirigen a unas enormes ruedas de oración, para que estén dando vueltas eternamente... Ya lo siento ama, pero es que ¡esto de la religión no tiene remedio! ¿No podrán dedicar un poco de energía a salir de este medievo en el que parece que viven a pesar de que acogen tanto turismo?
Y soy respetuosa: no visito iglesias si están en misa, me cubro hombros o cabeza o me descalzo para entrar a según qué templo, y aquí paso todas las cosas que ponen por el camino en el sentido de las agujas del reloj. Pero déjame criticar un poco...
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