Primera sorpresa: conducen por la izquierda. Segundo susto: el tráfico es caótico, pitan todo el rato, nos ha costado darnos cuenta que es un reflejo para ir advirtiendo de su paso a otros coches, motos, bicis, peatones... Hay vacas y perros por las calles, además de multitud de personas porque hoy es su día de fiesta. Por aquí son hindúes. Hay jóvenes que celebran el día de un forma que nosotros llamaríamos kalejira, lo cual no facilita el tema del tráfico precisamente.
Mejor no os hablo de asfalto, aceras, señales de tráfico... Aquí esas palabras adquieren otro significado, no os haríais una idea de cómo es la ciudad.
¿Nombres en las calles? ¿Para qué? Así por mucho que tengas un plano no hay manera de aclararse. ¿Orientarse? ¿Qué es eso? Poco a poco hemos empezado a entender la cuadrícula (?) y hemos conseguido llegar a la oficina para sacar los permisos para acceder al trekking. ¡Viva la burocracia! Dos permisos, dos ventanillas. ¡Y que ventanillas....! Le hemos dicho a la del hotel que volvíamos a eso de las 11h para hacer el check in, y son las 12:30 y estoy aprovechando la espera para escribir esta crónica. Pedro resopla a mi lado. Paciencia...
En fin, que creo que en cuanto arreglemos todos los papeles nos largamos de aquí pitando, no le hemos cogido gusto a Kathmandú. Aunque una buena cerveza a menudo hace cambiar la perspectiva.
Hostia, Ortueta, qué guapo...
ResponderEliminarUna cerveza SIEMPRE hace cambiar la perspectiva....
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