Hicimos campamento base en Huaraz para poder conocer el Parque Nacional de Huscaran y las Cordilleras Blanca y Negra.
Huaraz es una ciudad caótica, desordenada, frenética. Si caminas por la calle mogollón de coches te pitan por si quieres montar. La mayoría son taxistas piratas. El tráfico es tremendo y el ruido insoportable. Dentro de la ciudad casi el único atractivo es un museo, el Regional de Ancash, donde hay una estupenda colección de antiguas esculturas de piedra, y alguna cabeza "clava", cabezas de piedra que se clavaban en las fachadas con formas zoo o antropomorfas, con expresiones que, según algunos, van ilustrando la transformación de las facciones de los chamanes a medida que van entrando en trance tras la ingesta de alucinógenos.
Si en Trujillo lo de los minibuses colectivos era estresante, aquí casi más. Tienen el mismo funcionamiento, aunque ahora ya sabemos que son públicos. Debe ser que les marcan objetivos o algo, porque si no no se entiende. Nos hemos hecho expertas en subir y bajar a toda ostia.
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Los dos picos del Huscarán |
Huaraz se encuentra en lo que llaman el Callejón de Huaylas, valle que separa la Cordillera Blanca de la Cordillera Negra. La primera llamada así por razones obvias, aunque últimamente sus picos no están siempre blancos, y la segunda, por contraste. La Cordillera Blanca es la cordillera tropical más alta del mundo, -10/-15° es lo más que baja la temperatura. Alberga el Parque Nacional de Huscarán. El Huscaran es el 5° monte más alto de América. Y como de algo hay que presumir, en este caso es de que el Hascaran es el más difícil de escalar.
La ciudad quedó prácticamente destruida en un terremoto en 1970. Sólo queda una calle con casas de antes, pero al final no se dio la ocasión de ir a verla.
El día que llegamos subimos a un mirador, el Mirador Rataquenua, para hacernos una idea de cómo es Huaraz y empezar a aclimatarnos a la altura. Huaraz está a 3000 m. de altitud. Se supone que podíamos estar ya aclimatadas, pero como habíamos estado un par de días en Trujillo no sabíamos cómo iban a responder nuestros cuerpos. Desde el mirador se ve toda la ciudad y el comienzo del Callejón de Huaylas.
Al día siguiente subimos por nuestra cuenta a la Laguna Willcacocha, en la Cordillera Negra, para ver cómo nos iba caminando y tantear otro poco el tema de la altura: 600 m de desnivel en 3,8 km. Despacito despacito, nos fue bien, y disfrutamos mucho del sitio, una majada pastoril donde vive gente, con una lagunita muy cuqui.
Después, ya con guía y en tour particular, visitamos las lagunas de Llanganuco, uno de los días, y de Parón otro día. La niebla nos dejó ver a ratos los altos picos nevados. Otro día me fui sola, en un tour colectivo, a la Laguna 69. Aquí, o haces picos, que no estaban a nuestro alcance, o vas a lagunas.
Eva y yo habíamos venido con la idea de hacer el Trek Santa Cruz, un trek de 4 días que pasa por ser uno de los más bonitos no sólo de la zona, sino del mundo. Ahí es nada. Pero la temporada de lluvias se estaba alargando, llovía todos las tardes y las zonas de los campamentos estaban todavía anegadas, por lo que nos desaconsejaron hacerlo. Como teníamos un dinero adelantado, lo aprovechamos para hacer las salidas con un guía de montaña (Pablo, de Andean Raju Expeditions) y nosotras solas, en lugar de en tours colectivos donde se camina menos.
A las lagunas de Llanganuco se llega en coche. La mayoría de la gente llega, se saca las consabidas fotos y se vuelve. Nosotras bajamos caminando 4 km. Por el Sendero M° Josefa, inmersas en un bosque de quenuales, árboles de coeteza caso naranja que se pela en finas capas, y que son los que más arriba crecen, hasta 4200 m. Muchos árboles estaban plagados de bromelias, y la mezcla de colores era espectacular.
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Invernaderos altos, rosas. Plásticos bajos, fresas. |
Es asombroso ver plantaciones de arándanos, de fresas e invernaderos de rosas a más de 3700 m de altitud. Eso de Cordillera tropical tiene su punto.
El día de la Laguna Parón Concha y yo subimos hasta un mirador desde el que había una vista espectacular. Lástima de la niebla, que no nos dejó disfrutar plenamente del espectáculo.
Una de los días nos pararon en Yungay, donde se visita su cementerio. En realidad no lo es, es que el pueblo y sus más de 20000 habitantes quedaron sepultados bajo más de 30 m de material arrastrado por un desprendimiento de un trozo enorme de glaciar y, por lo tanto, de nieve, piedras, rocas, durante el mismo terremoto que destruyó Huaraz. Fueron apenas 45 seg de terremoto, 7,9°, suficientes para causar una gran destrucción y el trágico desprendimiento.
Ya solas Eva y yo (Concha y Rakel se habían ido a Lima camino ya de Bilbao), nos apuntamos a tour colectivo a Chavin de Huantar. El lugar es un centro ceremonial de la cultura chavín, una de las civilizaciones más antiguas y sofisticadas del Perú (la guía dixit), y que fue tomando forma durante más de mil años en una época época anterior a Cristo. Ahí queda la unica cabeza clava que hay en su emplazamiento original, además de los restos de un templo y galerias subterráneas. Empezamos bien: unas lugareñas se fueron a desayunar con total tranquilidad. Tardaban. "Es que pidieron pescado, y en el restaurante se están demorando" como si la culpa fuera del restaurante. Ya estábamos en el bus, y nos pidieron cambiar a otro, "que lo vamos a estrenar". Y de verdad estrenar, el bus llegó con todos los asientos con los plásticos puestos. Y grabación de vídeo promocional incluido, hasta nos pidieron aplausos. Inenarrable documento, sobre todo si les sale mi cara en el video. Total, que salimos más de media hora tarde. Parada a desayunar, se alarga la cosa, parada en Laguna Queracocha para fotos, se alarga más la cosa. Visita al sitio arqueológico. Se alarga. Visita al museo. "Sólo 15 minutos, saquen sus fotitos y salgan". Ni caso. Cerraron el museo y todavía había gente dentro. Almuerzo. Y Eva y yo ya a punto del ataque. Habíamos calculado que teníamos que salir a las 5 de la tarde para andar tranquilas: recoger las maletas del hotel, cenar algo e ir al bus que nos iba a llevar a nuestro nuevo destino. Al final, salimos más tarde de las 17:30. Castigadas sin cenar. Y la guía se enrolló y pidió un taxi para que nos llevara del bus al hotel, nos esperara y nos llevara a la parada del bus. Qué maja, diréis. No tenía por qué, lo sé pero... ¡qué menos después de tanta inoperancia!
Conclusión: nunca más ir en un tour de sólo peruanos, con una guía haciendo honor a su nacionalidad. Su ritmo no está hecho para nosotras, sobre todo si tienes un compromiso posterior en forma de bus.
Debías de poner la entrada en Instagram de Lalo Travels 😂
ResponderEliminarLa inoperancia nos da buenos momentos de lectura🙂
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