jueves, 27 de marzo de 2025

LIMA


Y llegué a Perú. Lo primero que me llamó la atención fue un cartel de"Bienvenidos AL Perú". Porque los peruanos llaman a su país El Perú,  y así lo declinan cuando hablan. En el hotel me junté con Eva, Concha y Rakel. Ellas habían llegado antes que yo. Dejamos las maletas en el hotel y nos echamos a las calles. 

Primer destino, Lima Centro. Es el centro histórico de la ciudad,  diseñado en el s. XVI, en tiempos de Pizarro. Lógicamente, es la parte más monumental, con edificios de estilo colonial, una gran Plaza de Armas e innumerables iglesias barrocas, aunque guerras y terremotos hayan hecho que muchos no hayan llegado a nuestros días. Es una zona agradable de pasear. Buscamos el Mercado Central, atestado de gente aunque era domingo, pero estábamos muy cansadas y tanto bullicio pudo con nosotras. Nos fuimos sin haberlo visto bien, lo mismo que el barrio chino, que está allí mismo.

Me llamó la atención la gran cantidad de policía. De 4 en 4, de 6 en 6, con escudos. Un despliegue impresionante. Han decretado el estado de alarma en algunas partes de Lima, y pensé que sería por eso. Pero un taxista nos dijo que no  que eso que veiamos era lo habitual en esa zona. Investigando, leí que el estado de alarma "sólo"significa que está restringido el derecho de reunión y manifestación de la ciudadanía, y que se pueden realizar detenciones sin orden judicial. Nada que nos afectara a nosotras.

El ambiente está revuelto. Ha habido grandes manifestaciones debido a la inseguridad ciudadana. El detonante, el asesinato de un cantante de cumbia por parte de sicarios. Consecuencia de ello, la dimisión del Ministro del Interior, aunque no parece que ello vaya a significar ningún cambio. 

Nosotras anduvimos con bastante tranquilidad, tanto por el centro como por los demás barrios por los que hemos andado, Miraflores y Barranco principalmente. 

Es la única capital sudamericana frente al mar, y ha sabido sacar partido de ello. Tiene kilómetros de paseo de costa sobre los acantilados, acompañados de grandes jardines y algún que otro centro comercial. Es agradable darse un paseo por allí. Desde arriba se divisan zonas de esparcimiento y de playa a orillas del mar, pero ambas zonas están separadas por unos escarpados acantilados y una carretera de 4 carriles. Los malecones son balcones privilegiados para ver el sunset. Si, aquí no hay STOP (dicen Pare), ni Parking (dicen estacionamiento), pero no hay puesta de sol, hay sunset.

Miraflores combina la cercanía al mar con unas pocas casonas de antaño intercaladas con modernos edificios. Es el centro moderno de Lima. Se ve mucho nivel, bastante vida y poco encanto. Llegamos un domingo, y a la tarde había una especie de verbena, más bien un bailable tipo los que de hacían en La Casilla, en uno de sus parques. Cuenta con un interesantísimo museo de textiles, la Fundacion Museo Amano. Llama la atención que todos los carteles estén en castellano, inglés y japonés hasta que te enteras de que el tal Amano se llama Yoshitaro Amano. Y con unas ruinas preincaicas, Huaca Pucllana, que en quechua quiere decir templo de juegos, que serían religiosos. Las ruinas ofrecen un poderoso contraste entre estructuras que distan miles de años en su construcción, pegadas como están a edificios absolutamente modernos. El templo debía ser una pirámide compacta, construida con la técnica del librero, esto es, miriadas de pequeños bloques de adobe dispuestos como libros en una estantería, fila sobre fila.

Barranco es un barrio animado, fundado en el s. XIX que conserva casas señoriales y muchos edificios coloniales de dos pisos la mayoría convertidos en tiendas e interesantes galerías de arte. Tiene un bonito callejeo, muchos murales, zona de costa y un puente de madera al que han sabido sacar partido turístico.  El puente inspiró una de las canciones más populares del cancionero peruano: La flor de la canela, de Chabuca Grandas. Es la zona de marcha por excelencia y una buena opción para alojarse. 

Fuera de estos barrios, fuimos al Museo Larco, con una exposición de cerámica precolombina muy grande y muy bien presentada. Una de las salas presenta motivos eróticos, muchos muy explícitos.

Lima no tiene mucho encanto quitando las zonas más turísticas. Casi todas las manzanas están rodeadas de muros coronados de alambradas. Real o no, la sensación de que los limeños viven en una inseguridad permanente se hace patente. Los barrios periféricos se extienden subiendo ladera arriba por los cerros que la rodean, absolutamente abigarrados, y la vida en esos barrios no parece fácil. 

A pesar de todo, si se combina con la visita de algunos de sus fabulosos museos da para pasar bien 3 días.

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