martes, 29 de agosto de 2017

Y, PARA ACABAR, ISLAMABAD


Volvemos a retomar la KKH, esta vez hasta Islamabad, capital de Pakistán, donde va a acabar nuestra aventura. Volvemos a hacer, con el cutrejeep, el tramo que ya habíamos hecho al ir a Hunza. La sorpresa, buena, es que en Gilgit, población en la que ya dormimos, nos espera una furgoneta con aire acondicionado en la que viajaremos más cómodos. Lo malo, el resto de lo que viene a continuación.
Los camioneros decoran sus camiones
hasta el delirio
El viaje a Islamabad desde aquí dura dos días, no entendemos cómo es posible que para hacer unos 600 km haya que tardar tanto. La realidad pakistaní enseguida nos pone en nuestro sitio. Para empezar, a partir de Gilgit la KKH pierde hasta el asfalto, hay numerosos desprendimientos, en algunos puntos el paso es intermitente, y es imposible hacer una media de fundamento, a pesar de que la furgoneta podría ir, sin mucho esfuerzo, a 80 km/h. Esto es Pakistán y no se puede pedir mucho más. Para seguir, los continuos controles siguen entorpeciéndonos la marcha. Una mañana nos paran ¡14 veces! En uno de los controles nos sacan fotos, en otro nos graban en vídeo, y en otro más, uno ultramoderno, nos meten en un despacho donde la cosa va por ordenador y nos hacen las fotos con webcam. En todos ellos anotan los nombres, apellidos, nº de pasaporte y de Visado de todos nosotros, y somos 6 (hemos recogido a dos canadienses que hacían otro trekking con la misma empresa). Al final, nos ofrecemos amablemente a escribir nosotros los nombres, así conseguimos agilizar un poco cada parada.
A partir de Abbottabad, a unos 100 km de nuestro destino,el asfalto vuelve, y a ratos hay hasta dos carriles en cada lado.¡Impresionante! Pero la cosa no mejora en exceso. Ahora tocan las caravanas y los embotellamientos. Pero no hay que preocuparse. ¿Que hay caravana en tu carril? Pues te cambias, ningún problema en ir en sentido contrario por el otro lado de la carretera. Nadie se inmuta, nadie pita... Parece ser que es lo habitual. En un momento dado, donde hay dos carriles y un arcén llego a contar hasta ¡6! filas de coches. Y la gente cruza tranquilamente, las cabras y las vacas pastan en el verde de separación de los dos sentidos, algunos lugareños hacen tertulia a la sombra allí... La mediana de una autopista usada de bulevar, habría que darle vueltas a esa idea.
Pedaló ultramoderno
Islamabad es una ciudad moderna, construida en los 60 con el objetivo de ser la capital del país. Tiene millón y medio de habitantes, y está al lado de Rawalpindi, localidad de más de 4 millones de habitantes, centro neurálgico de las fuerzas armadas del país.
En el escaso día y medio que estuvimos allí nos llevaron de excursión. La mezquita, el zoo y una zona lacustre que sirve de expansión a la poblada zona y que alberga un aviario, si es que se llama así un zoo sólo de aves. El zoo, un pequeño parque con unos pocos animales enjaulados. Menos mal, no soy muy de zoo convencional desde que visité Cabárceno. El aviario, un espanto. Vaya por delante que vimos muchas y variadas aves y que eso fue interesante. Pero era cutre a morir, y el olor era insoportable. Aguantamos estoicamente, mirando el reloj con disimulo, buscando la salida para atajar, pero sonriendo, no queríamos se sintieran despreciados.

Y como esto, montones.
Estaban a punto de celebrar el 70 aniversario de su independencia, su Aberri Eguna particular,y estaban de fiesta. Había anunciados conciertos, fuegos artificiales, desfile militar y demostración de la aviación, todo para el fin de semana en que ya nos íbamos. Pero el orgullo patrio se respiraba en la calle.Todo el mundo llevaba la bandera en chapas, pañuelos, banderines, banderas y banderotas, encima o en todo tipo de vehículos, incluso nosotros, que el guía nos había regalado una chapita y les hicimos el honor.

Así acabó la aventura. Durante estos días también han sido muchos los y las locales que se nos han acercado para pedirnos fotos y para preguntarnos a ver qué nos ha parecido el país. Reconozco que he mentido un poco. Más que mentir, he intentado realzar lo que me ha gustado, lo que tienen de bueno, y he dejado de lado lo que se me ha hecho difícil. Y, por supuesto, no he ahondado en el tema de las condiciones de vida de la mujer. Para eso tendría que estar más tiempo, hablar mejor inglés y, lo más importante, hablar e intercambiar impresiones con mujeres, cosa que no he podido hacer. A falta de todo eso, la respuesta siempre ha sido que muy bien, que la gente es muy amable y hospitalaria, y eso es verdad. Me quedo con eso y con lo que durante la travesía ha quedado grabado en mi retina y en mi memoria. Y como de lo último ando más que floja, tengo el blog como testimonio.




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