Ahí dormí la primera noche. |
Al ser de iniciativa privada es más caro que otros, pero merece la pena. Son $175 sin derecho a ducha caliente. Para que os hagáis una idea, la Great Walk van a ser $104, también sin ducha, pero en este caso es que simplemente no la hay, no es que la puedas pagar aparte. $10 por ducha me parece un exceso, es una cosa de principios cuando has pagado una pasta. Aprendí mucho en Nepal sobre lavarse como los gatitos. Pero la iniciativa privada es lo que tiene. Y si quieres, por $100 te llevan las cosas en helicóptero a los lodges. Pero, insisto, es 100% recomendable. Los bosques que he atravesado, y las gamas de verde de sus musgos no seme olvidarán fácilmente.
Como os decía, el primer día es el que más se desnivela. Otra vez bosque para arriba agarrándome a las raíces para ayudarme. Cómo eché de menos en algunos momentos esas botas amigas a las que poder seguir el paso sin pensar, esas que te ayudan a centrar el pensamiento y te dejan la cabeza vacía, esas que producen un efecto hipnótico que te permite avanzar aunque estés agotada o hasta la peineta. O haber sido yo la que marcara el paso a quien sea que viene detrás. Pero nada. Cuando vas sola apechugas y tiras para adelante por... no sé porqué. Menos mal que cuando más cansada estaba alguien amablemente había tenido la idea de poner un cutrecartelillo diciendo que ánimo, que quedaba media hora al punto más alto. Eso me alegró y aligeré el paso. Aunque Imanol no se lo acabe de creer, llovía, y la niebla me impidió gozar de las vistas. Se supone que desde ese punto se ve el lodge aunque todavía quede una tirada. Para cuando llegué, la niebla se había comido no ya el paisaje, sino el mundo exterior en general y hacía mucho frio. Menos mal que la encargada, de nombre impronunciable para mí, me ofreció un té y tenía la zona de estar muy calentita.
El segundo día comencé haciendo lo que normalmente se hace la víspera, el día ha salido espléndido: subir a hacer una ruta circular que te lleva a un alto y desde donde, esta vez sí, se ve un panorama excepcional. Y sin mochila, un gusto. De vuelta a por la mochila, otro cafecito con la del nombre impronunciable y a seguir caminando.
Después de 3 horas de marcha se llega a una serie de viaductos constrídos allá por 1016-18, hoy parte del patrimonio arquitectónico del país. Una chulada. Lástima que por uno de ellos no se pueda pasar y haya que dar la consabida vuelta al valle, incluido un subeybaja al río.
Estoba descansando tranquilamente al sol cuando llegó un inglés, uno de los que está haciendo la ruta (en total somos 5) y me dice que a 5 min del siguiente lodge hay una playa en la que suele ser fácil ver delfines. Palábras mágicas: playa y delfín. Me puse en marcha escopetada, aunque el trazado ferrioviario, con sus travesaños, tornillos y mogollón de barro no ayudaba a avanzar deprisa.
Y aquí, la segunda |
Y, efectivamente, hay una playa estupenda. Allá voy... Según la encargada, una letona a la que le entiendo perfectamente, el agua está muy fría, "like in Norwey". No tengo para comparar, pero como la de Galicia o algo mejor, diría yo. Pero estoba cansada, muy acalorada y no me costó. Las olitas, y las putas moscas, me ayudaron a decidirme.
Cuando llevaba un rato fuera aparecen dos delfines, ¡qué ilusión! Y a pesar de que ya estaba vestida, a pesar de que ya me había embadurnado con el repelente, volví a meterme al agua. Se supone que son animales amigables y a veces se acercan a las personas. No fue esta vez. Me debieron de tocar los delfines tímidos. Al rato llegó el inglés, lo intentó y esta vez desaparecieron del todo.
Esa noche la letona nos propuso ir a por pauas, un molusco de cierto tamaño que yo desconocía. Pero estaba dispuesta a probarlo, y me parecía una aventurilla ir a pescarlos, si es que el marisco se pesca. Pero había oscurecido bastante, no encontró el camino al acantilado y tuvimos que abortar la operación. No me quedó más que juntarme con el resto, a los que habíamos dejado haciendo un puzzle colectivo.
Pero ir sola tiene sus ventajas. El primer dia, algo en el camino me sobresaltó. No sabía bien qué era. Hasta que me paré un rato. No sé en que momento el camino se había apartado de la costa y de la especie de jungla por la que iba, y se había adentrado en un bosque de hayas y otros árboles autóctonos. Cuando me paré, digo, realmente no se oía nada. Nada. Debía de ser eso lo que me había llamado la atención. Ni un pajarillo, ni un ave, ni el murmullo del mar al fondo. No se oía nada. Y eso no lo puedes percibir si vas con gente.
Voy a protestar para que en el Departamento de Salud pongan lo del sabático, que envidia !!!
ResponderEliminar"Caminar articula la profundidad del espacio y da vida al paisaje.Caminar es expereimentar a cada paso la gravedad, la imantación inexorable de la tierra." ¿A que es chulo?( pues lo dice un filósofo francés que escribió el libro: "Caminar, una filosofía de la vida" que me regaló Eva. Te lo pasaré cuando vuelvas. ¡Que envidia que das! (De la buena)
ResponderEliminarBonito el paisaje, bonito el camino, bonitas las fotos, bonito el comentario del filósofo, bonita la petición... A disfrutar de TODO... (es decir, a seguir disfrutando) (incluso sin cerveza, que tiene más mérito) (en ningún momento del día) (qué duro) (hay que joderse) (como sufres...) (jeje)
ResponderEliminarFréseric Gris. Andar, una filosofía. Ed Taurus, 2014
ResponderEliminar¿Soy la única que se da cuenta de que el inglés quiere plan? Que si playita, que si delfines, que me juego algo a que se fue a marisquear contigo...
ResponderEliminarIdo, te está tirando los tejos.... Espabila....
Zelako inbidia ematen duzun neska, segi horrela. Liburu bat idatzi dezakezu esperientziekin. Muxu.
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