martes, 18 de abril de 2017

TOLEDO


En el afán de conocer todas las capitales españolas, en una corta escapada les ha tocado el turno a Toledo y a Ciudad Real.
Empecemos con Toledo. Llegamos el martes por la noche, y no hicimos más que aposentarnos e ir a cenar. Encontramos un placita muy agradable, y allí estábamos, con una cerveza y unas raciones para picar cuando pasó la primera procesión. Ingenua de mí, siendo martes y tan tarde pensé que iba a librar, pero nada más lejos de la realidad. Para colmo, el camarero nos explicó que al día siguiente, a eso de la una de la madrugada, en el mismo lugar, iba a producirse el encuentro entre dos cofradías, y que era muy emocionante. Ya estaba liada, obviamente ya teníamos plan para la noche siguiente.

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Al día siguiente tocaba turismo. Toledo tiene mucho que ver. Si no te organizas bien, corres el riesgo de pasarte el día subiendo y bajando cuestas, lo monumental está situado en un risco. Cervantes lo tildó de "peñascosa pesadumbre, Gloria de España y Luz de sus ciudades". El resto no sé, pero lo de peñascoso no es metafórico, os lo puedo asegurar. Musulmanes, judíos y cristianos la han habitado, y eso se nota en su patrimonio. Hemos visitado sinagogas, antiguas mezquitas e iglesias. En todas intentan vender Toledo como la ciudad de las tres culturas, como si la convivencia entre las diferentes religiones hubiera sido pacífica y armoniosa. Explorando el origen de la expresión noche toledana no encontramos pruebas de mucha armonía. Y sería el único sitio, hasta donde yo sé normalmente el que llegaba arrasaba con todo lo anterior. Según un guía al que oímos en una sinagoga con pinta de mezquita, los judíos no habían cambiado nada en ella porque visto desde Toledo La Meca y Jerusalem están en la misma dirección, y el templo les venía al pelo tal y como estaba. Si no, de qué.

Lo dicho. Mucho templo, mucho Greco y mucho callejeo. Espe y yo no entramos a la catedral. No nos parecía que lo que hubiera que ver valiera realmente los 10 € que costaba la entrada.  Eva entró, pero puso una queja por el precio en la que hacía constar que esperaba que la recaudación les ayudara a pagar el IBI. Bien por Eva, deberíamos aprender de ella.

También hay espacio para cosas más modernas. La escultora Cristina Iglesias ha realizado una intervención mezclando piedra y metal con agua, uniendo tres puntos de la ciudad a través de su instalación. Uno de ellos queda un poco fuera de la muralla, y no fuimos. Otro estaba en el Convento de Santa Clara, y no estaba abierto, a lo mejor las monjas estaban muy atareadas con esto de la Semana Santa. El otro está en la plaza del Ayuntamiento, al aire libre, menos mal, y lo pudimos ver. A pesar de que no está muy cuidado, el reflejo del agua da una perspectiva diferente de los monumentos que la rodean. Una pena no haber visto el resto para tener una visión del conjunto.

Cada media hora el agua llena la instalación.

Y sí, después de un fructífero y agotador día, después de cenar en El Internacional, librería-tasca muy recomendable, fuimos al encuentro, que no resultó tal, porque nadie se encontró con nadie. O no nos lo explicaron bien o lo entendimos mal, con lo que asistimos a otra procesión normal pero con mucho más público que el día anterior. Mejor así, nos marchamos enseguida.

1 comentario:

  1. Pues mira por dónde, yo sí he visto un encuentro. Íbamos este pasado domingo de mañanera hasta Salduero, cercano a Vinuesa, cuando tras cruzar el Duero saltando sobre las piedras-puente, vemos aparecer y detenerse a un grupo de hombres llevando un paso de un nazareno, precedidos por un cura y un hombre portando una gran cruz engalanada. Me extrañó ver solo hombres, pero empezamos entonces a oír el canto de un grupo de mujeres que entraron por otra calle. En este caso, llevaban un paso con una figura inidentificable, completamente cubierta con un manto negro. Tras "el encuentro", el de la cruz la inclinó varias veces sobre la figura de negro. Acto seguido se procedió a una curiosa subasta entre las mujeres para decidir cuál de ellas descubría la figura. Igual en otros tiempos las potentadas del lugar realmente pujaban para alardear de poderío económico a la par que de devoción a la Virgen; esta vez quedó claro que todo estaba bien atado por la organización, y a la mujer que aceptó a la una pagar 50, nadie le discutió ni a las dos ni a las tres. Retirado el manto, vuelve el canto de las mujeres y las aproximadamente 50 personas que participaron en esto se dirigieron en procesión a la iglesia.
    Y todo esto sin público haciendo fotos, en una preciosa mañana soriana.

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