miércoles, 5 de abril de 2017

GASOLINO


Hoy toca una de historia, una entrada breve y nostálgica.
Circunstancias de la vida me han llevado a renovar el pasaporte en Portugalete. Como no controlo mucho la circulación allí, decidí aparcar en Getxo y cruzar la Ría. Camino del Puente Colgante, ví el gasolino, y me animé a cogerlo. Me retrotraje a los tiempos en que también había bote en Deusto, y eran muchos los que lo cogían para ir a Basurto o a San Mames. Hoy sólo quedan los botes de Erandio y Portugalete, pero en su día hubo hasta 12 embarcaderos por donde cruzar la ría.
La desindustrialización, y la construcción de diferentes puentes (La Salve en 1972, Rontegi en el 83, y Euskalduna más recientemente) abocó a estos botes a la casi total desaparición. Según algunos, la puntilla se la puso el metro.
He investigado un poco en su historia. Ya a finales del XVIII los boteros, entonces a remo, transportaban hasta casi medio millón de pasajeros al año. La falta de puentes para cruzar de una margen a otra hacía de estos botes un medio imprescindible. Hoy los llamamos gasolinos porque los primeros a motor olían mucho a gasolina. El auge de este servicio tuvo lugar en los gloriosos años de Altos Hornos y La Naval, llegando a transportar hasta 18000 personas al día. Hoy, a duras penas llegan a los 250 entre Erandio y Portugalete.
Me ha sorprendido el dato de que fuera en 1975 cuando instalaron las cabinas que protegen a los conductores de los elementos. Supongo que antes de eso no había manera de reivindicar derechos laborales.
Disfruté del corto viaje. Fue como un billete de ida al pasado, a la nostalgia de otros tiempos que no añoro, pero que se recuerdan con cariño.





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