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Palafitos de Castro |
Abandoné la zona más austral de todas las que voy a pisar. En avión. Puerto Natales-Puerto Montt. El trayecto inverso al que hice en el ferry.. Dos horas contra casi 5 días. Al llegar alquilé un coche que me iba a acompañar en mis siguientes destinos.
El primero de ellos, Chiloé. Nombre oficial: Isla Grande de Chiloé. Se pasa en una barcaza que zarpa en cuanto se llena, en un ir y venir constante. Cerca, vi un esqueleto de puente que están construyendo, a finalizar en 2028 en principio.
Elegí la población de Castro para alojarme, ya que está más o menos en el centro de la isla y así podría explorar la isla desde un campamento base. Tenía una colada enorme después del treking, y me merecía un poco de tranquilidad de trajín maletero.
Percibí un gran cambio: aquí la gran mayoría eran chilenos de vacaciones. También había algún que otro guiri, pero no en las cantidades que me había encontrado hasta el momento. Se acabó hacer esfuerzos por hablar inglés, a ver si he venido hasta Chile para practicar idiomas.
Respecto al clima, aquí no hay cuatro estaciones a lo largo de un día. Sólo hay dos: llueve, escampa, y vuelve a llover. El día que me fui dejé un tiempo espléndido hay que joderse.
Pero la lluvia no me impidió hacer buenas rutas y visitar diversos lugares. Sólo había que esperar un poco a que escampara. Y llevar chubasuqero y paraguas.
La gran particularidad de Chiloé son sus iglesias de madera. Hay muchas, todas del mismo estilo, pero 16 han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad. Son curiosas, pero por dentro la mayoría a mí me han resultado bastante feas. Es que les ponen unos colores y unas combinaciones que no son para mí. Tiene alrededor bastantes islas pequeñas. Yo pasé a las Islas de Quimchao y de Lemuy, las dos juntas recomendables.
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Iglesia de la Natividad de María, en Detif, Isla de Lemuy |
En la isla hay un Parque Nacional y varios Parques sin apellido. Flipé. Parques privados, que cobran entrada también.
Hice unas rutas muy guapas. Pero también me he llevado decepciones. Y no tanto porque los sitios no fueran guapos, sino porque todo es de pago y al final tienes que elegir.
Entre lo guapo, destaco la rutas que hice por el Parque Nacional de Chiloé, y por el Parque de Tepuhueico. Superguapas, y no muy exigentes. Con unos bosques húmedos templados extraordinarios, vistas a lagos impresionantes y playas y dunas sin fin. Y vi pudús, un cervatillo pequeño, el más pequeño que existe y que tiene tamaño perrillo.
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Así se ve guapo |
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Pero así no tanto |
Y el culmen de la fotomanía son los miradores. Cualquiera que tiene un prado con posibilidades construye un mirador, le pone alguna horterada (corazón, columpio...) lo anuncia y cobra porque vayas. Y la gente va. Y paga.
El orografia es suave, ondulada, con montón de subebajas. No he encontrado tanto cambio de rasante seguido en la vida. A ratos los trozos de carretera que iba viendo delante me recordaban cuando sabían el puente de Deusto.
Me ha tocado época de festivales costumbristas. Los había en casi todos los pueblos. Son demostraciones de folklore musical, a veces de acordeones, que hay mucha tradición (en Chonchi hay un museo de un señor que colecciona acordeones) donde a veces la gente sale a bailar sus bailes tradicionales. Parecía que se lo pasaban bien, pero visto de fuera lo pondria en lo siguiente a una sardana en cuanto a ritmo. Lo siguiente para más, para menos no lo creo posible.
A los lugareños lo del puente no les mola. Y no tanto porque crean que habrá más delincuencia, que lo creen (por ejemplo, no se roban coches, no hay manera de sacarlos de la isla de extranjis), sino porque no habrá control de lo que entra y sale de la isla, y con esto refieren, entre otras cosas, a materiales de construcción que vayan a entrar sin control de qué y dónde se construye, o madera de los bosques que pueda salir sin tener que justificar su procedencia.
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Bosque de arrayanes |
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Mirad qué espanto |
Cosas que voy aprendiendo este viaje: para hacerte fotos en un entorno cualquiera (monte, playa, iglesia, mirador o monumento) hay que extender los brazos, hacer gestos, dar saltitos o saltar de verdad, dar volteretas, subirte a algún sitio, subir o bajar la mirada, mirar hacia atrás con expresión lánguida... excepto que estés en el mirador de la Base de las Torres del Paine o en los puentes colgantes, que lo de saltar y dar volteretas puede ser arriesgado. El resto lo he visto, hasta una que sacó un cepillo y se peinó para la foto. En el mirador de las Torres. Cosas imprescindibles para meter en la mochila: un cepillo, apuntad. Ah, y subirlo inmediatamente a las redes. Lo dicho, el mundo se está yendo al garete.
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