sábado, 7 de enero de 2017

LUGO


Como os dije, he pasado uno días en Lugo capital. Es una ciudad, tiene casi 100.000 habitantes, pero yo diría que es más un pueblo, a juzgar por el ambiente que hemos visto en sus calles. Y eso que era Nochevieja. Será que es eso que denominan ciudad provinciana.
La verdad es que es chula. Su zona antigua, rodeada de unas murallas romanas espectaculares, tiene mucho encanto. Placitas, soportales, iglesias, restos romanos... es agradable pasear por sus calles. Y sobre sus murallas, en un recorrido de dos kilómetros que te permite rodear todo el casco histórico de la ciudad. Tiene una Plaza de Abastos y un Mercado Municipal de Abastos, no hemos descubierto por qué ni en qué consiste la diferencia. Pero lo que sí vimos es que era Nochevieja a la mañana y que sólo había alguna pescadería a rebosar, los demás puestos de ambos mercados estaban muy tranquilos.


No sabemos si los lugareños tiene otras costumbres, o hay que achacarlo a la crisis. Había un mercadillo navideño que no hemos conseguido encontrar abierto: un día llegamos a las dos y estaban cerrando, el día de Año Nuevo no abrieron... El día 31 al mediodía suele ser un momento de mucho ambiente, más siendo sábado.  Lo normal es que haya mucha gente por las calles. Pues no. Ni siquiera en la zona de bares la había, y tampoco percibimos ese  espíritu que suele acompañar a estas fechas entre los grupos que encontramos. Y ni un petardo, ni un cohete, ni por la tarde ni a las doce. Y el día de Año Nuevo tres cuartos de lo mismo. Sólo vimos gente en las iglesias que quisimos visitar, pillamos hora de misa.

Parte del Centro Niemeyer, en Avilés.
De vuelta, y para hacer el camino en dos tramos, hemos parado en Avilés. Yo ya estuve hace tiempo y me gustó. Iñigo no había estado nunca, y le ha sorprendido. No es esa ciudad industrial, gris y sucia que se imaginaba. Su zona casco histórico es amplio, luminoso. El Centro Niemeyer, muy cerca del casco, viene a engrosar la lista de construcciones faraónicas que invadieron las ciudades españolas durante una época. Este, junto con el Palacio de Congresos de Oviedo (un horror diseñsdo por Calatrava) fue especialmente contestado en su momento. Asturias no estaba para esos bollos.


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