martes, 7 de abril de 2015

Mt TARANAKI (2518m)


Aunque no lo parezca, más de 1200m de altitud separan la cámara o sea, a la nena, de la cima del monte.
La mayoría de ellos, en línea recta ascendente a través de un pedregal que por una vez me parece que va a ser más fácil de bajar que de subir. De hecho, alguna de las veces doy un paso para adelante y dos (o tres) hacia atrás. Al final opto por el poco digno sistema de ir a cuatro patas. El único consuelo es que el resto va como yo. O casi.


Después de superar unos 500m de desnivel por el pedregal, toca otro tanto por un zona rocosa que, cuesta arriba, no se me hace complicada. Llego así al cráter del volcán. El remate viene ahora. Ya que he llegado aquí no voy a dejar de subir a la cima. La verdad es que podría querme aquí, es una sensación muy especial. Pero no, me apetece subir a la cima, nunca he subido a un volcán. Queda un pequeño tramo bastante vertical de piedra grande a ratos, de piedrilla suelta a otros. Una delicia, vamos. Pero voy.


Y merece la pena. Aunque no hay vistas, sólo un mar de nubes absolutamente compacto hasta donde alcanza la vista en los 360°. Pero así y todo es alucinante. Me quedo casi una hora en la cima. Porque se está bien, y por no bajar, francamente.


Una vez que me he hecho las fotos de rigor, me pongo un esparadrapo en la nariz. No está Eva, y no me he acordado de la crema de sol. No tengo mucha nariz, pero la poca que tengo no se puede achicharrar más. Y encima de la nube el sol casca a gusto. La pinta tiene que ser de foto, pero no parece que a nadie le llame la atención. Y no le pienso pedir a nadie que me haga una.


Asi que empiezo a bajar. Lo que suponía. Voy cagada. El primer tramo se me hace muy difícil, y el miedo no ayuda. Voy agarrándome donde puedo. Y no os quiero contar lo rugosas y ásperas que son las rocas volcánicas. En fin. Que la cabeza se me pone loca, y eso es lo peor que me puede pasar cuando tengo por delante una bajada del recopón. Así que después del crater, cuando ya tengo claro que estoy en el buen camino, paro, respiro y recoloco esta cabecita; si no, sé que soy capaz de quedarme sentada y no avanzar.
Increíblemente, cuando llego a la pedrera la sensación de alivio es monumental y hasta he disfrutado bajando esa parte. En la zona de piedrilla pequeña sólo me he dado una culada tonta. ¡Impresionante!


Ha sido una jornada fantástica.

1 comentario:

  1. Desde mi condicion de colega del vértigo, decididamente eres mi heroina. Mua. Adela

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