miércoles, 3 de febrero de 2016

Y VAN 51!

¡Qué tiempos aquellos!

Parece mentira. Hace un año andaba por Nueva Zelanda, de hecho celebré allí los 50. Un año. Miro para atrás y me parece que ha pasado por lo menos un lustro (me ha parecido exagerado decir que un siglo). Cuando pienso en Croacia, en Nepal, en New Zealand, y en otro montón de escapadas más cortas que hice, lo veo lejíííísimos.
Una amiga me preguntó a ver qué aprendí en ese año. No soy yo de preguntas filosóficas, no le doy muchas vueltas a las cosas. Mucho menos elaborar respuestas. Decir que nada supongo que no sería cierto, y, aunque tuve vivencias significativas, no creo haber cambiado sustancialmente. A lo más que llego es a decir que me tomo las cosas con más calma, que no necesito adelantar los acontecimientos ni tenerlo todo controlado. Lo que sí puedo es deciros lo que he desaprendido: todavía no me sé bien mi horario, me costó más de un mes aprenderme todos los nombres de mi alumnado, y tengo que apuntar lo que hago cada día en cada clase para no quedar fatal al día siguiente. Cualquiera de las cosas era algo que me salía sin esfuerzo, yo no hacía nada especial por retenerlo. Simplemente, funcionaba así. Y ahora no.

He decidido que no pasa nada con ello. Hace tiempo, cuando tuve un lapsus importante y me preocupé más que un poco, consulté con un eminente neurólogo (Ima, ¿cómo te quedas con el epíteto?) y me dijo que lo mío (y lo de muchos de vosotros) no tiene nada que ver con el Alzheimer, que lo que nos pasa  es que tenemos la cabeza en muchas cosas, muy llena de informaciones diversas, que llevamos un ritmo frenético y que no da para todo. Así que he decidido no llenarme la cabeza con cosas que se puedan anotar en una agenda, y no hacer ningún esfuerzo para recuperar esas habilidades perdidas. Aunque os voy a confesar un secreto: a pesar de esta decisión, no he encontrado ninguna mejoría en mi capacidad de retener aquello que me gustaría o debería recordar, sigo exactamente igual que aquel día en que me preocupé. Aunque supuestamente tenga la cabeza más vacía y me tome las cosas con más calma. ¡Qué le vamos a hacer!

Y sí, por si os lo estáis preguntando todavia, la de la foto soy yo. Hace mucho...

3 comentarios:

  1. Te has vuelto un poco filósofa y te has acostumbrado a comentar cosas en voz alta..

    Eva

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  2. ¿No conoces todavía el olvidicidio? hay eminentes neurólogos hablando de ello, concretamente la doctora Maridomingi propone comenzar el día con un recordicidio, a continuación y si puedes cometes un sincericidio fulminante para dar paso al olvidicidio final, es muy interesante.

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