Volvemos a retomar la KKH, esta vez hasta Islamabad, capital de Pakistán, donde va a acabar nuestra aventura. Volvemos a hacer, con el cutrejeep, el tramo que ya habíamos hecho al ir a Hunza. La sorpresa, buena, es que en Gilgit, población en la que ya dormimos, nos espera una furgoneta con aire acondicionado en la que viajaremos más cómodos. Lo malo, el resto de lo que viene a continuación.
Los camioneros decoran sus camiones hasta el delirio |
A partir de Abbottabad, a unos 100 km de nuestro destino,el asfalto vuelve, y a ratos hay hasta dos carriles en cada lado.¡Impresionante! Pero la cosa no mejora en exceso. Ahora tocan las caravanas y los embotellamientos. Pero no hay que preocuparse. ¿Que hay caravana en tu carril? Pues te cambias, ningún problema en ir en sentido contrario por el otro lado de la carretera. Nadie se inmuta, nadie pita... Parece ser que es lo habitual. En un momento dado, donde hay dos carriles y un arcén llego a contar hasta ¡6! filas de coches. Y la gente cruza tranquilamente, las cabras y las vacas pastan en el verde de separación de los dos sentidos, algunos lugareños hacen tertulia a la sombra allí... La mediana de una autopista usada de bulevar, habría que darle vueltas a esa idea.
Pedaló ultramoderno |
En el escaso día y medio que estuvimos allí nos llevaron de excursión. La mezquita, el zoo y una zona lacustre que sirve de expansión a la poblada zona y que alberga un aviario, si es que se llama así un zoo sólo de aves. El zoo, un pequeño parque con unos pocos animales enjaulados. Menos mal, no soy muy de zoo convencional desde que visité Cabárceno. El aviario, un espanto. Vaya por delante que vimos muchas y variadas aves y que eso fue interesante. Pero era cutre a morir, y el olor era insoportable. Aguantamos estoicamente, mirando el reloj con disimulo, buscando la salida para atajar, pero sonriendo, no queríamos se sintieran despreciados.
Y como esto, montones. |
Así acabó la aventura. Durante estos días también han sido muchos los y las locales que se nos han acercado para pedirnos fotos y para preguntarnos a ver qué nos ha parecido el país. Reconozco que he mentido un poco. Más que mentir, he intentado realzar lo que me ha gustado, lo que tienen de bueno, y he dejado de lado lo que se me ha hecho difícil. Y, por supuesto, no he ahondado en el tema de las condiciones de vida de la mujer. Para eso tendría que estar más tiempo, hablar mejor inglés y, lo más importante, hablar e intercambiar impresiones con mujeres, cosa que no he podido hacer. A falta de todo eso, la respuesta siempre ha sido que muy bien, que la gente es muy amable y hospitalaria, y eso es verdad. Me quedo con eso y con lo que durante la travesía ha quedado grabado en mi retina y en mi memoria. Y como de lo último ando más que floja, tengo el blog como testimonio.
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