miércoles, 28 de septiembre de 2016

FOFISANISMO

Viendo imágenes de Richard Gere en su reciente visita a Donosti, me ha venido a la cabeza un término que escuché hace ya un tiempo: el fofisanismo. ¡Hay que joderse! Ahora que los iconos de belleza masculinos se están haciendo mayores, y fondones, van y se inventan este nuevo concepto. Supuestamente define al típico hombre que practica deporte pero no se priva de comer y beber, al que luce un agradable equilibrio entre una barriga cervecera y la práctica de ejercicio ocasional.


¿Agradable? ¡JA! Probar a poner fofisano en la barra de Google. Ya veréis que cosas salen.
Para empezar, salen casi exclusivamente hombres. El fofisanismo es un concepto atribuible a los hombres, y eso que se lo debió inventar una mujer. Las mujeres tenemos que seguir siendo delgadas, estilizadas, vestir según el cánon y calzar unos tacones imposibles. ¿Os imagináis que sea aceptada, no ya el michelín colgante, sino la barriga cervercera como cánon de belleza femenino?
Hasta aquí la teoría. Porque os tengo que reconocer que la publicidad y la presión de la sociedad patriarcal establecidas han debido de hacer mella en mí, porque yo me gusto más tirando para delgada, como cuando volví de Nepal. Y morena, como este año. Qué le vamos a hacer. Que me vendría mejor gustarme más como modelo para Rubens, y blancucha y ojerosa, pero no me sale de dentro. No pienso hacer ningún análisis profundo sobre ello, ni sentirme culpable, ni poco feminista, ni siquiera influenciable.

Lo que me libra de convertirme en esclava de la dictadura estética es que me gusta demasiado comer y beber. A mí me ponen delante un poco de jamón (o cualquier cosa rica) y un vinito, y me lanzo sobre ello sin pensar, sin ningún cargo de conciencia.
A lo más que llego es a hacer algo de deporte: ir al monte, al gimnasio y. a veces (pocas veces) a correr por las calles. Y lo hago por gusto, no por estética. El monte mola, sobre todo si vas en compañía. El gimnasio ayuda a mantener un cierto tono muscular. Y correr es lo único que me deja la cabeza hueca, lo cual viene muy bien de vez en cuando. El ejercicio físico te deja mentalmente estupenda. Y produce endorfinas, que son unas moléculas (clase gratis de biología) que dan una placidez y una sensación de bienestar incomparable y mejoran el humor de las personas.
Os lo voy a confesar: los únicos momentos en los que hecho de menos tener un hombretón en casa es cuando vuelvo de correr. Con las endorfinas a tope. Es egoísmo, lo sé. Y reducir a los hombres a objetos sexuales. ¿Y qué? En el otro sentido lo vemos a menudo, y a nadie le extraña.

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