El toro en cuestión durante la actuación. |
Y es que he leído con estupor, con mucho estupor, que los animalistas han protestado porque un toro aparece en el escenario durante una ópera. Las razones, y cito textual de la noticia: la exposición del animal a luces y sonidos intensos, los problemas derivados del transporte constante y el estrés innecesario tanto durante los 15 minutos que dura la escena como el resto de la obra, los ensayos y los casi dos meses que estará la ópera en Madrid. Y casi peor es que los organizadores se han deshecho en explicaciones para refutar tal maltrato, e incluso explican que el toro viaja con dos cuidadores que le cuidan de maravilla. De verdad, se nos está yendo la olla.
Por lo visto, los humanos no somos animales. No estamos expuestos a luces y sonidos intensos, no padecemos estrés por nuestras condiciones laborales ni por nuestros traslados al lugar trabajo...
Incluirán a las palomas y las ratas? |
En la reciente campaña electoral estuve a punto de acercarme a miembros del Partido Animalista a preguntarles por el resto del programa electoral. Lo que respecta a los animales creo que lo tengo claro, tampoco me parece bien tirar cabras desde un campanario, y lo de las corridas de toros me la sopla lo suficiente para que me importe un bledo que las quieran prohibir. Pero me gustaría saber qué plantean para la ciudadanía de dos patas. O a lo mejor prefiero no saberlo, no vaya a ser que si me acerco a preguntar, ahora que vamos a tener otra oportunidad, me vea obligada a rebatir su programa. Porque ya sabéis, una es discutona por naturaleza. ¡Y va contra mi naturaleza dejar pasar ciertas oportunidades!
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