Al fondo, a la derecha. |
Así que montamos en el coche el viernes a la tarde y nos presentamos en Isaba, en una casita rural muy apetecible, terraza y barbacoa incluida. La intendencia lo tenía todo previsto, no os ha faltado de nada. No había peligro de morir de hambre o de sed de cualquier tipo.
Nada más llegar, llevamos un par de coches hasta Linza, final de nuestro recorrido al día siguiente. La organización, impecable, como siempre.
El sábado, madrugar y en marcha a Belagua, inicio del recorrido. Qué pena da ese refugio hecho polvo... ya podían hacer algo con él.
No sé por qué había imaginado la Mesa un poco más amable. Pero es un monte muy rocoso, y la subida se hace dura. Al final, más de mil metros de desnivel, unos 28 km de marcha y 11 horas a la intemperie. Mikel quería subir al Petretxema al día siguiente... No tuvo quorum.
Y menos mal que nos libramos de ensayar las maniobras de autodetención, y eso que Paco y Anna subieron con sendos piolet por si encontrábamos algún nevero propicio para el ensayo. Se suponía que teníamos que practicar unos nudos (eso sí, prueba conseguida) y aprender dicha maniobra para cuando vayamos a hacer la travesía de Chamonix a Zermatt, porque vamos a atravesar glaciares. Asusta un poco, la verdad, pero iré muy bien acompañada y espero que me cuiden, y, sobre todo, que no me dejen caer. Si alguien quiere saber lo que es una maniobra de autodentención, que pinche aquí.
Total, que al día siguiente nos despertamos sin prisa, anduvimos por Isaba tranquilos, y fuimos a ver a Nuestra Señora de Idoia. Sí, hay una virgen con mi nombre. Bueno, los puristas dirán que soy yo la que llevo el suyo. En fin. No pudimos verla de bien, una valla y la falta de luz noz lo impidió. Una pena, porque un pafleto la definía como una risueña imagen mariana, y me hubiera gustado saber a qué llaman risueña estos devotos. Si la mayoría de las imágenes tienen una cara de cartón del copón...
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