Abandonamos Arequipa para hacer el tour del Cañón del Colca. Dos días de viaje para llegar a Puno, a orillas del lago Titicaca.
El primer día nos fuimos deteniendo en diversos lugares para ver llamas, alpacas y vicuñas en la Reserva Natural de Salinas y Aguada Blanca, en una ruta que va rodeando el Volcán Chachani. En esas paradas hay oportunidad de hacer fotos con las llamas y alpacas, previo pago de la propina correspondiente, que la gente del lugar vive también de eso. De camino el tiempo fue empeorando, y para cuando llegamos al punto más alto, 4910 m., un mirador desde el que se supone que se ven 6 volcanes, había granizado, el suelo estaba blanco y la vista desaparecida en la niebla. Todos los alrededores del mirador, terreno árido plagado de piedras, está lleno de hitos. Nunca entenderé la necesidad de la gente para hacer eso, por qué no dejarán las piedras en paz.
Después de un almuerzo buffet bastante de batalla, llegamos a Chivay, donde alojamos. Por la tarde, una visita a unas termas cercanas, una serie de piscinas de agua caliente con propiedades medicinales, cómo no. La hora que pasamos en el agua fue muy reparadora.
Me fijé en el precio de la gasolina y aluciné, era desorbitado. Hasta que el chófer del tour me dijo que el precio es por galón (unos 3 litros), y entonces ya salían las cuentas algo mejor.
El segundo día salimos pronto. Primera parada en Yanque, pueblo donde nos encontramos niñas bailando alrededor de la fuente de la plaza vestidas con sus trajes tradicionales. También piden propina. Cuando desaparecen los turistas irán a sus casa, se cambiarán de ropa y entrarán a la escuelaa las 8:30. No me gustó la utilización de las niñas para sacar dinero. No sé para quién iría la verdad: las propias niñas, sus familias, la comunidad... no me parece aceptable de ninguna de las maneras. Por lo demás, Yanque tiene una iglesia curiosa, apuntalada porque hace 3 años hubo un terremoto, y santos y vírgenes ataviados con los sombreros típicos de la zona.
Parece mentira pero a esas altitudes hay campos floridos, cultivos variados y terrazas que suben por las laderas, algunas estrechas, algunas geométricas y más bajas, dependiendo del acervo cultural del que las hace. Preincas, estrechas e irregulares y subiendo por las laderas; incas y arrieros, más bajas en altitud y más grandes y geométricas.
Seguimos el camino y fuimos parando por más miradores. En el de la Cruz del Condor, vimos bastantes cóndores. Como su propio nombre indica, se para allí para eso. Te tiene que acompañar la suerte, y nosotras tuvimos mucha. La gozamos. Más adelante, paramos en Maca. Allí la particularidad de la iglesia es que sus santos y vírgenes tienen pelo de verdad. Si ya me dan grima las imágenes en general, imaginároslos con pelo. Un asco. Probamos el sankayo, un fruto parecido al kiwi de sabor pero ácido como el limón. Se podía tomar un Colca Sour, hecho con él, o un zumo. Adivinad qué pedí yo....
En la plaza había gentes varias con llamas, águilas, cualquier cosa para la gente se saque fotos y sacarse unos dinerillos.
Después del almuerzo en un buffet algo más decente, teníamos por delante un largo viaje hasta Puno.
Llegamos de noche a Puno. Se veía mucha animación. Cogimos un taxi al puerto pequeño, porque estábamos alojadas en Uros y allí se llega en lancha pero no desde el puerto principal. Menos mal que el taxi lo había contratado la guía del tour, porque de noche, por unas zonas siniestras, nadie por la calle, nosotras cansadas... hubiéramos sido una presa fácil de secuestro. Esa sensación de aventura peligrosa y diez minutos del viaje en motora, nos quitó la tontería del viaje y nos dejó de buen rollo para la siguiente etapa.