El bus salió pasadas las 7 de la mañana. Tenía que haber salido a menos 5, pero aquí las cosas van a otro ritmo. Dormí un poco, el paisaje tampoco invitaba a mantenerse despierta. Así y todo, ya vi algunos guanacos.
Llegué a la portería de la CONAF, esto es, el puesto de control, ya que hay que pagar por entrar al parque. Hay diferentes modalidades según nacionalidad (a los chilenos les cuesta menos), edad y tiempo de estancia o veces que se va a entrar. En mi caso, extranjero y más de 3 días, lo más caro. Los guardas entraron al bus y chequearon las entradas de la gente. Sólo entonces aparcó el bus y nos pudimos bajar.
A partir de ahí, puedes coger otro bus que te acerca a la entrada del parque, el centro de bienvenida que le llaman pero que no deja de ser una tienda de souvenirs, o puedes ir caminando una propina extra de unos 3 km.
Con lo que pagué me incluía el tranfer. Y también una bebida de bienvenida en los alojamientos. En mi caso, una birra. Pequeña, que tampoco se estiran tanto. Menos en uno, que incluía vino pero no cerveza. Gran problema para mí.
Pasé por el primer camping y como la jornada era ida y vuelta al mismo punto dejé parte de la carga para ir con menos peso y aproveché para coger algo más de agua. Cosa que me vino muy bien aunque hay muchas oportunidades de coger agua por el camino. Al no haber ganado, se puede coger de cualquier escorrentía.
 |
Atasco en la A8. Taco le dicen aquí |
Y comencé la caminata. Miríadas de personas subían a la vez que yo. Es una excursión muy típica de día. Aunque es bastante exigente, sobre todo el tramo final. Mucha de la gente a la que adelanté no creó que llegara hasta arriba. Al llegar a un puente colgante, había un atasco del copón. Yo ya pensando en la gente haciéndose fotos o selfies según pasaban, a punto de engorilarme... hasta que me enteré que sólo se podía pasar de dos en dos. Pensé que habría algún propio controlando, pero no; la gente debe de tener mucho respeto por su vida. Veinte minutos de cola, para que os hagáis una idea del pelotón de gente.
 |
Si buscáis gente se ve la ruta |
Poco a poco, a medida que la cosa se iba poniendo más empinada, la serpiente multicolor se fue dispersando, y a ratos hasta caminé tranquila. Pero es de no creerse la cantidad de gente, no he conocido nada similar en el monte para poder haceros una comparación. Y eso que la ruta no es para todos los públicos. Aunque la venden como tal. A mí me pareció bastante exigente y larga.
 |
El muérdago patagónico |
Me comí un plátano. Por un momento pensé en esconder la peladura en algún arbusto, debajo de una piedra... pero pensé que si todo el mundo hiciera lo mismo no habría arbustos ni piedras suficientes. Y me la bajé. Me encantaría ponerles en esa situación a los recalcitrantes que dejan sus putas peladuras de naranja en los buzones de nuestros montes.
Hay que reconocer que el sitio es espectacular. Llegas a un frente de lago desde donde se levantan imponentes las tres torres: norte, central y sur, que tampoco se han comido mucho el coco para los nombres.
Al bajar paré un rato a la vera del río y remojé los pies. Fui capaz de contar hasta tres con ellos dentro, dos veces. Conozco algunas que se hubieran bañado. Pero yo me sentí orgullosa de mi hazaña. Después de eso, el camino de vuelta se hizo más llevadero.
Flipé. Había carteles que decían que se cerraban los senderos a determinadas horas. Supongo que es para controlar que nadie se quede arriba porque no le da tiempo a bajar de día o porque no pierdan el último bus. Sea como sea, me ha quedado una enorme curiosidad por saber cómo lo hacen. También se supone que no se puede fumar a partir de un punto, otro tema para la curiosidad.
 |
Mi tienda
|
Al llegar al camping me asignaron una tienda. Ya en el camino había visto una tiendas en alto, montadas sobre un armazón y a las que había que subir por una escalerilla. ¡Parecían arañas! Pues así era la que me correspondía. Con un pedazo de saco y ¡almohada!. Un lujo. Bien se ve que pagar vale para algo.
Resumen del 1° día: 22 km, unos 700m de desnivel, bastante bien distribuidos menos los últimos 200 que están todos juntos en una morrena glaciar, 8 horas a la intemperie y un tiempo espléndido que me permitió una estupendas vistas de las famosas torres. Solventando al people pude sacar alguna foto decente.
Al día siguiente la etapa era corta. Salí pronto. Tuve que volver a pasar el puente de a dos, pero no había cola. Al poco, un arcoiris en la dirección a la que voy,. Precioso, sí, pero no auguraba nada bueno.
Fui despacísimo, la jornada era corta y suave y me lo tomé con calma. Hice fotos, contemplé la flora y el paisaje de alrededor, esperé a ver si veía algún animal... Con tanta calma, tardé 4 horas en hacer 12 km. Parte de ellos bordeando un lago, el Nordenskjöld. Los que han andado conmigo por Piris ya saben la aburridera que es bordear lagos, más si son glaciares. Piedra pequeña, piedra grande, piedra suelta... ningún bloque grande, menos mal; un coñazo a pesar de las vistas y del color del lago. Casi la mitad de los 12 km así. Y con una ventolera del copón. Me dijo un tipo en el bus que hiciera una parada en una playa antes del último repecho que hay para subir al camping que me tocaba, pero lloviznaba y no pudo ser. Y se veía guapo el lago, el agua, la arena... La lluvia no era nada que llegara a mojar, me puse el chubasquero y el protector a la mochila y con eso libré. Menos mal, el paraguas no hubiera servido.

Al final, 6 horas a la intemperie para 16 km. Si hubiera llevado el Wikiloc grabando habría salido más tiempo parada que en movimiento. Pero lo hice fenomenal. Llegué al camping a las 14:10, y el check-in era a las 14:30. Ni a propósito. Y otra tienda-araña que me estaba esperando. A 75 escalones del baño.
Pero con una pequeña recompensa: unos pájaros carpinteros se afanaban arduamente en su labor justo delante de mí tienda. Después de la emoción inicial mi pensamiento fue: ¿dormirán? Y sí, duermen. Es más, se fueron de allí bastante antes de anochecer.
Tercer día. A veinte minutos del camping está lo que llaman el campamento italiano. No me ha quedado claro si la gente puede acampar allí. Lo que si se puede hacer es dejar parte de sus cosas, o el mochilón entero en el caso de bastante gente, ya que desde aquí parte de la jornada es de ida y vuelta. Está bien poder quitarte lastre.

Enseguida comienza una subida potente, 400 m largos en 2,5 km, al mirador francés. Roca para arriba, sin tregua, se hace duro. Por el camino se van oyendo chasquidos del hielo y estruendo de avalanchas. A la vuelta me quedo ahí un buena rato, viendo avalanchas. Es hipnótico. Continúa el camino otros 3 km. en un sube y baja por un bosque de lengas, que es más un sube porque a lo tonto se hacen otros 400 más, que pone que llegas a 970. Habiendo salido del camping a 39 m, no está mal. La verdad es que yo diría que no es posible, no me ha parecido tanto el desnivel. Empieza a llover y saco el paraguas. La gente con la que me cruzaba me miraba: con extrañeza algunos, con sorpresa otras, con envidia los más; uno me aplaudió y me felicitó por la idea. Bajando, vi una cagada de puma. Lo más cerca que voy a estar de uno en mi vida.

El camino termina en el mirador británico, que se adentra en el corazón del macizo, el fondo del valle francés, y te permite admirar picos escondidos además de las famosas torres desde otra perspectiva.
Después de recoger los bártulos y tener la mochila cargada con todo, quedaban 7,5 km a destino. Muy chulo, aunque ya iba cansada. Y el viento se levantó de pronto con ráfagas que casi me tiran. Una pasada. Desagradable. Pasé por una zona de árboles secos, mogollón de ellos, laderas enteras. Son resultado del incendio del 2012. Dicen que la naturaleza vuelve a su sitio, pero aquí ya han pasado 12 años, y las consecuencias de aquel incendio se siguen viendo.
Resumen: 9 horas largas a la intemperie para 20 km y ellos dicen que 900 m de desnivel. Y merecido descanso en refugio. Con el viento que hace menos mal, porque aquí la opción camping son tiendas normales, no de araña, y las veo moverse que parece que van a echar a volar. Es más, el ruido del viento dentro del refugio es terrible y me impide dormir a pata suelta.
Ya estaba en el cuarto día. 11 km hasta el refugio Grey, y después se puede hacer una opcional. A mitad de camino te encuentras un mirador al lago Grey, al cual va a parar un impresionante glaciar del mismo nombre. La vista es grandiosa. Ese momento en el que levantas la cabeza y ves el glaciar es inolvidable. Me hice el hamaiketako ahí, dónde mejor.

Llegados al refugio hice el check-in, dejé de nuevo parte de las cosas, y me fui a explorar el camino que sigue, que sería lo que hace la gente que elige la O, o sea, la vuelta entera. Sólo que la O es obligatorio hacerla en el otro sentido. Me dieron unas ganas de haberla hecho... porque en lugar de bordear un lago como ya he hecho dos veces, se bordea el glaciar. Y es flipante. Si le añades que cruzas dos puentes colgantes de los de quitar el hipo... Poco más allá del segundo puente hay una especie de balconcillo desde donde las vistas al glaciar son imponentes, el sol acompaña y los tonos de azul del hielo son espectaculares. A la ida me agarré hasta con los dientes a los cables de los puentes, sobre todo del primero. A la vuelta hasta me atreví a pararme en medio y soltarme para hacer una foto.
No hay resumen de la jornada. No fui sido capaz de encontrar datos sobre la segunda parte del día.
Último día. Snif... Tenía que desandar los 11 km del día anterior para llegar a coger un catamarán que me llevara al bus de vuelta a Puerto Natales. A pesar del repecho de unos 300 m que me esperaba, la etapa no se presentaba complicada por lo que me dediqué a explorar la zona del Refugio, que cerca también tiene unas estupendas vistas a los témpanos que se desprenden del glaciar. Una pena no haber vivido ese preciso instante. Pero he visto un cóndor. Uno. Para poder contarlo.
Al llegar al Refugio Paine Grande de nuevo, mogollón de tiempo de espera al ansiado catamarán.
La verdad es que la travesía moló. Además del hecho en sí de navegar, que me gusta mucho, me dio otra perspectiva de las montañas que he rondado estos días. Me parece un buen final de la travesía. Si quito la hora y media de bus que faltaba, claro.
Información práctica: tanto los camping como los refugios tienen diferentes modalidades de alojamiento. Puedes venir con tu tienda, alquilar la tienda sin nada, la tienda con colchoneta y saco, hasta almohada. En los refugios lo mismo: desde el catering más, hasta la cama hecha con sábanas y edredón, que es lo que he tenido yo. A mí no me dieron opciones; pero haberlas, hailas. Los camping de la agencia Las Torres tienen tiendas de araña, las de Vértice son tiendas normales sobre plataformas. Y coordinar la estancia con empresas que sólo te informan de su parte y te ocultan la del otro, una ardua mision.
Y con esto, emocionada y feliz, solamente puedo decir...
Oso ondo, Iriondo!!!