Otra vez una de chicas. Otra vez Asturias. Eso nunca cansa. Ninguna de las dos cosas. El plan era de fin de semana, pero como yo tenía la semana libre (¡viva la semana blanca!) me adelanté y me fui desde el miércoles.
Salí de Bilbao tarde, y llegué a Teverga a eso de las 10:30 de la noche. Teverga es una zona a una media hora de Oviedo, antes minero y ahora más agrícola, con más de 15 rutas señalizadas. Cuando una va sola al monte es importante no innovar demasiado. La idea era aprovechar jueves y viernes para hacer dos rutas de monte y luego juntarme con estas.
RUTA DE LAS BRAÑAS TEVERGANAS: ruta circular que va pasando por diferentes brañas (pasatizales de altura), en las que se pueden ver, además de txabolas al uso, corros y teitos. La ruta tiene algo mas de 17 km, que en mi caso se convirtieron en 20 porque a ratos perdía las marcas y anduve y desanduve algunos tramos. Recomiendo encarecidamente llevar un buen track de GPS para poder enlazar bien la Braña de La Mesa con la de Torce. Por lo menos a mí me vino bien, igual es que soy torpe siguiendo marcas, porque me costó un rato dar con el buen camino. Pero la ruta es altamente recomendable, a pesar de sus 900 m de desnivel que subiendo se van haciendo en fuertes y consecutivos repechos pero que bajando están casi todos seguidos en una vertiginosa y empedrada bajada.
Ese día fui a dormir a Oviedo, a casa de M José. Mi idea era haber vuelto a Teverga al día siguiente a subir a Peña Sobia, otra ruta con muy buena pinta, pero las patatas con costilla que había preparadas para comer me hicieron desistir de ello y elegir una mañanera más cerca aún de Oviedo.
CIRCULAR POR LAS ERMITAS DEL MONSACRO: sin subir al Monsacro hay una ruta circular que pasa por dos ermitas románicas, Santiago y La Magdalena, demasiado restauradas a mi gusto, pero en un enclave espectacular. La ruta empieza La Collada. Aparqué al lado de un cartel que indicaba la ruta. Yo os recomendaría hacerla en sentido contrario porque es mucho más tendido, aunque para empezarla del otro lado también es conveniente tener un buen track, hay que atravesar la aldea un buen rato y no hay ninguna indicación. Como la hice yo, en la primera hora hay supera un desnivel de más de 400 m. Creí que me daba algo.
Por lo demás, tranquilidad, buenos alimentos y mejor compañía. Y risas. Hacía mucho que las chicas no nos juntábamos: el viernes cena en el pueblo donde habíamos reservado el alojamiento, casualidad, al pie del Monsacro; sábado relajado paseo por la zona; y después, cena en Oviedo, y domingo turismo por el románico de Oviedo, que todas conocemos pero que no cansa. Santa maría del Naranco y San Miguel de Lillo son unas auténticas joyas románicas que una no se cansa de ver.
Esto fue hace dos fines de semana. Entre mis amigas, dos epidemiólogas y una médico de salud laboral de un hospital. No hubo desconexión posible. Entre risa y risa, monotema. Y eso que fue al principio de la crisis del coronavirus, cuando todavía no había tantos afectados ni habían cerrado centros escolares. Podéis preguntarme lo que queráis. He aprendido mogollón.
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