Este año he recuperado la tradición de irme por ahí con Iñigo en Nochevieja. Hemos hecho una escapada a Ourense (3 noches) y a Zamora (otras dos noches).
Yo ya había estado en Ourense con Elena, hace tiempo. Me gustó. Y al volver me he ratificado en la opinión. Es una ciudad amable, aunque no recordaba que está bastante en cuesta. De hecho, tiene la única Plaza Mayor con pendiente de España, a lo mejor también de Europa.
Cuando estuve con Elena me compré un vestido en una pequeña tienda cerca de la catedral. La encontré. Hace ilusión que algunos negocios persistan y no sucumban a la globalización. Entré a curiosear, y aunque esta vez no encontré nada, se lo comenté a la dueña. Es más, nos costó 3 o 4 largos paseos encontrar la calle de la tiendas de esas marcas que están en todos los lados.
Una de las joyas que hay que visitar es el claustro de San Francisco, una maravilla de 63 arcos, todos decorados distintos, que ya no pertenece a ninguna iglesia y que dentro de poco será parte de la Biblioteca provincial. Visita guiada, gratis, muy interesante.
Iñigo habrá pedido la cabeza. Pero lo que no ha perdido es el criterio. La entrada a la catedral cuesta 5€. Se negó en redondo a entrar. Bastante dinero le damos ya a la iglesia, te espero fuera. Lo entiendo, a lo mejor deberíamos hacer todos lo mismo, por lo menos mientras no paguen el I.B.I.. Pero dejando aparte consideraciones de ese tipo, la verdad es que merece la pena la visita: tiene un pórtico, el del Paraíso, que no le envidia nada al de la Gloria de Santiago. Es más, aquí se mantiene la policromía original del s. XV,
Para nosotros una de las visitas obligadas en una ciudad es el mercado. El viejo está cerrado. Era enorme (más de 200 puestos) alrededor había numerosos puestos. Sólo quedan unos pocos puestos de verduras, y una panadería. el nuevo está al lado, pero es mucho más pequeño.
Otro de los encantos de Ourense son sus termas. Desde hace unos 15 años Ourense se promueve, no sin cierta polémica, como la capital termal de Galicia. Estudios geológicos estiman en unas 70 las surgencias termales, con un caudal superior a 3 millones de litros diarios, sólo superados por Budapest. Ahí es nada.
Da gusto. A una piscina termal en mitad del casco histórico, de libre acceso, se suman unas cuantas pozas naturales a orillas del Miño, y un par de Balnearios o Spa de pago. Un lujo al alcance de cualquiera. Allí me fui a la tarde, a darme un buen baño caliente cuando en la calle no habría más de 6 grados. Iñigo no quiso ni oír hablar de desnudarse a esa temperatura. Él se lo perdió, fue un gustazo.
Camino de Zamora decidimos dar una vuelta por los Cañones del Sil. Una carretera serpenteante, llena de miradores, muy chula. Pero fue un error. Una panzada de kilómetro por una carreteras de tercera sin señalizar que alargó en dos horas el viaje a Zamora. Menos mal que tengo un buen GPS en el móvil, porque si no todavía estábamos por allí intentando encontrar el camino.
Cuando estuve con Elena me compré un vestido en una pequeña tienda cerca de la catedral. La encontré. Hace ilusión que algunos negocios persistan y no sucumban a la globalización. Entré a curiosear, y aunque esta vez no encontré nada, se lo comenté a la dueña. Es más, nos costó 3 o 4 largos paseos encontrar la calle de la tiendas de esas marcas que están en todos los lados.
Una de las joyas que hay que visitar es el claustro de San Francisco, una maravilla de 63 arcos, todos decorados distintos, que ya no pertenece a ninguna iglesia y que dentro de poco será parte de la Biblioteca provincial. Visita guiada, gratis, muy interesante.
Iñigo habrá pedido la cabeza. Pero lo que no ha perdido es el criterio. La entrada a la catedral cuesta 5€. Se negó en redondo a entrar. Bastante dinero le damos ya a la iglesia, te espero fuera. Lo entiendo, a lo mejor deberíamos hacer todos lo mismo, por lo menos mientras no paguen el I.B.I.. Pero dejando aparte consideraciones de ese tipo, la verdad es que merece la pena la visita: tiene un pórtico, el del Paraíso, que no le envidia nada al de la Gloria de Santiago. Es más, aquí se mantiene la policromía original del s. XV,
Para nosotros una de las visitas obligadas en una ciudad es el mercado. El viejo está cerrado. Era enorme (más de 200 puestos) alrededor había numerosos puestos. Sólo quedan unos pocos puestos de verduras, y una panadería. el nuevo está al lado, pero es mucho más pequeño.
Otro de los encantos de Ourense son sus termas. Desde hace unos 15 años Ourense se promueve, no sin cierta polémica, como la capital termal de Galicia. Estudios geológicos estiman en unas 70 las surgencias termales, con un caudal superior a 3 millones de litros diarios, sólo superados por Budapest. Ahí es nada.
Da gusto. A una piscina termal en mitad del casco histórico, de libre acceso, se suman unas cuantas pozas naturales a orillas del Miño, y un par de Balnearios o Spa de pago. Un lujo al alcance de cualquiera. Allí me fui a la tarde, a darme un buen baño caliente cuando en la calle no habría más de 6 grados. Iñigo no quiso ni oír hablar de desnudarse a esa temperatura. Él se lo perdió, fue un gustazo.
Camino de Zamora decidimos dar una vuelta por los Cañones del Sil. Una carretera serpenteante, llena de miradores, muy chula. Pero fue un error. Una panzada de kilómetro por una carreteras de tercera sin señalizar que alargó en dos horas el viaje a Zamora. Menos mal que tengo un buen GPS en el móvil, porque si no todavía estábamos por allí intentando encontrar el camino.
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