Refugio de Linza |
Partí hacia el refugio de Linza, cerca de Isaba, un miércoles. Un poco inquietante, el refugio para mí sola, pero dormí estupendamente. La idea era testar mi estado físico de cara a la travesía que voy a hacer en Dolomitas, 6 días andando con mochilón. Y no he salido muy bien parada.
El primer día cargué la mochila más de lo habitual a propósito, y fue un total desastre. No llegué a coronar la Mesa de los Tres Reyes (2444 m), acabé fundida. Ahora, echando la vista atrás, le echo la culpa al calor (insoportable en aquella altura, pobres los que lo sufristeis en Bilbo) y a que se me olvidó llevar azúcar en algún formato, energía a la vena para cuando desfalleces. E ir sola no ayuda a remontar los bajones. Montón de excusas con tal de no reconocer que no estoy todo lo en forma que debiera.
Al fondo, el Acherito |
Al día siguiente, con la mochila más ligera, subí el Castillo de Acher (2378 m), monte al que hacía tiempo tenía pendiente subir. Y fenomenal, la sensación fue completamente otra. Aunque no llegué exactamente a la cumbre (me faltaban unos 100 m de desnivel y media hora o así, y unos neveros en medio, y pasé), lo doy por hecho. Y ya el viernes a la noche vino Pedro, fenomenal, y con él hice el Acherito (2374 m) y subímos a los Alanos, donde no hicimos ninguna cumbre porque no quisimos exponernos al viento que azotaba de lo lindo. Pero desnivelamos unos 800 m en poco más de 4 km, que vale casi más que muchas cumbres.
Los Alanos y el collado que hay que atravesar |
Total, una media de 18 km y desnivel de más de mil metros al día. Ya sé que no está mal, pero algo parecido es lo que voy a hacer en Dolomitas, pero con la mochila cargada para 6 días. Y el kilo de propina de la cámara de fotos, de la que no pienso prescindir. Conclusión: o me alquilo un burro para que me lleve la mochila por Dolomitas, o muero en el intento. Empezaré por pesar cada cosa que meta en la mochila para minimizar el peso hasta el máximo. Porque no pienso rajarme, así que tendré que darle una dedicación a eso de la preparación física.
La única pena que tengo de ese puente, que me ha cundido como si hubiera sido una semana completa, es que había pensado que podría hacerle una visitilla a Mercé, y ya no me quedan días. Sopas y sorber no puede ser.
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