Thelma y Louise han vuelto a la carga. Como mi vuelo de vuelta de Manchester era a Madrid, pasé una noche allí, en casa de unos amigos que me atendieron estupendamente, y quedé al día siguiente con Espe para un corto periplo por Ávila y Segovia. No ha estado mal: una noche en Ávila y dos en Segovia, creo que es la medida justa para conocerlas.
En plena Semana Santa. Mucha gente, muchas procesiones, de las que no pude escapar porque a Louise le ha salido la vena mística y resulta que le gusta verlas. Lo que más me ha impresionado del espectáculo es la corte que desfila detrás de la propia procesión: mujeres de riguroso negro con mantilla incluida, hombres trajeados, algún militar engalanado... Eso no lo había visto nunca. Rancio a morir.
A Ávila llegamos al mediodía, cada una por nuestro lado, y nos marchamos a media mañana del día siguiente. Una medida perfecta para recorrer su pequeño centro histórico y sus imponentes murallas. La catedral también merece una visita. Está construida con granito "sangrante", que le da una apariencia muy especial.
Segovia tiene más vida. Es más grande, más variopinta. Estaba a tope, a ratos era difícil sortear las hordas, sobre todo en el trayecto que une el acueducto con la Plaza Mayor. Como era Semana Santa, todas las iglesias estaban abiertas, y Louise no se ha saltado ninguna. Yo, unas cuantas. Mención especial merecen la Iglesia de San Justo, con unas pinturas románicas tan preciosas como deterioradas, y donde no había casi nadie; la de la Vera Cruz, dodecagonal y muy sencilla; y la propia catedral, a cuya torre no pudimos subir por ser días de fiesta. Y un palacio que alberga variadas exposiciones de fotografía y diseño gráfico, muy chulo.
Del espanto de sepulcro de San Juan de la Cruz mejor no os hablo, no sabría decir si he visto nunca nada tan horroroso. No recientemente, por lo menos.
Lo que está fenomenal es el tapeo. En cualquiera de las dos ciudades. Hay de todo, puedes elegir. Con esa costumbre es difícil sentarse a comer de fundamento, aunque también lo hemos hecho. Todo sano: torreznos, callos, cochifrito... Creo que me conviene hacerme vegetariana durante una semana o así.
Típico en Segovia: paredes esgrafiadas |
Lo que está fenomenal es el tapeo. En cualquiera de las dos ciudades. Hay de todo, puedes elegir. Con esa costumbre es difícil sentarse a comer de fundamento, aunque también lo hemos hecho. Todo sano: torreznos, callos, cochifrito... Creo que me conviene hacerme vegetariana durante una semana o así.
Leer el azulejo, no tiene desperdicio. |
La primera, lo de pagar por ver iglesias, me he saltado mis principios unas cuantas veces. Me jode pagar por ver algo que es, debería ser, patrimonio de todos, conseguido con el desmedido ejercicio del poder durante siglos, espoliando y explotando sin ninguna conmiseración.
La segunda, la constatación de la estrecha relación de la Iglesia con el poder establecido y, en nuestro caso, con la dictadura. Las iglesias están llenas de listas de caídos por la "patria", entendiendo por tal el bando franquista y la División Azul. Por lo menos, en Segovia han colocado al lado de muchas de esas listas y de otros monumentos significativos placas en agradecimiento a los que lucharon por salvar la república y las libertades. En efecto, lo consultamos en internet, la alcaldía no es del PP.
La tercera, y última. Visitando el templo de La Vera Cruz, en el panfleto aparece que pertenece a la Orden de los Caballeros y las Damas de Malta. En las procesiones hay hombres y mujeres indistintamente. Y nosotros/nosotras, los vascos y las vascas, que vamos de progres e izquierdistas y nos creemos el ombligo del mundo, seguimos dando la nota con el tema de los alardes. ¡Si es que no tenemos remedio!
La que no tiene remedio es Louise, que me ha comprado esa figurilla y ahora la tengo en mi cocina, vigilante el cofrade, recordándome estos días. Definitivamente, me estoy curando de mis fobias. Hace un tiempo le hubiera tirado el muñequillo a la cabeza, y para rato le hubiera acompañado a ver procesiones. Definitivamente, esto no tiene que ver con la tolerancia, es que me estoy haciendo ¡una moñas!