¡Tengo unas ganas de monte que me mueroooooo! ¿Qué tal el sábado? El mensaje de Concha desencadena el viernes por la mañana un frenético intercambio de correos (que no va a hacer buen tiempo, que me han avisado los del globo que no vuelo en todo el finde, que mejor por el sur...) que acaba concretándose en un plan de dos días cerca de Aranda de Duero. Qué buen plan, así improvisado de prisa. Cogemos mi furgo y Concha, Eva, Espe, Pedro y yo nos ponemos en marcha el sábado no muy pronto.
Primera parada: Hoces del río Riaza, una pequeña hoz al norte de Segovia, limítrofe con Burgos. Tiene diferentes rutas, en algunas de las cuales hay que pedir autorización porque entran en zonas protegidas para aves, buitres mayormente. No son unas hoces muy estrechas, no llega a encañonarse del todo, pero el paseo es delicioso y nada exigente.
Segunda parada, y fonda: Peñaranda de Duero, pequeña localidad burgalesa con bastante encanto, poca marcha y un hermosísimo palacete cuya característica más reseñable son su techos artesonados. Buscando sitio para cenar entramos a un bar de la plaza que hubiera sido el sitio si no fuera porque decidimos hacerle boicot (he de reconocer que Pedro más firmemente que nosotras). Si vierais qué dibujos tenía de diferentes rincones del pueblo con una caricatura de alguno de los dueños, acompañado de una tía despampanante en bikini y una frase de esas de baldosa a cada cual más ofensiva para el género femenino. Hacia tiempo que no veía tanto mal gusto junto.
Tercera parada: las ruinas romanas de Clunia Sulpicia. Muy recomendables cuando tienen los mosaicos a la vista, porque los tapan para preservarlos de las heladas. Una pena. Al visitar Clunia parece que hay que elegir entre paisaje y mosaicos. Me refiero a que no vimos mosaicos pero el paisaje estaba arrebatador, con los celeales en diferentes tonalidades verdes, otros campos sin labrar en intensos ocres y multitud de flores.
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