martes, 17 de septiembre de 2019
ÙLTIMA PARADA: LAS CALANQUES
Cuando volví de Croacia en mi año sabático, paré un par de días en Las Calanques. Es un medio camino perfecto entre la extinta Yugoslavia y Bilbao. Partes el viaje, hay paseos, calas y Cassis en un pueblo costero apetecible.
El Parque Nacional de Las Calanques está cerca de Marsella. Su principal atractivo son una serie de pequeñas bahías a modo de fiordos, encajonadas en altos acantilados y con unas calas de aguas límpidas absolutamente apetecibles a pesar de la aglomeración. La vez anterior era finales de septiembre, y ahora era el último fin de semana de agosto. Todo el mundo aprovechando la ocasión. Como nosotras. Cierro la entrada con la última foto de que tenemos de las tres viajeras, tomando una birra a precio francés. A pesar del precio, un buen final para un viaje estupendo.
DE VUELTA A LAS MONTAÑAS
Esto del blog es guay. Llevo ya dos semanas en Bilbo, y aquí estoy, revisando fotos, escribiendo, esto me permite seguir en Eslovenia, aunque sea virtualmente. Recordar momentos, anécdotas, escoger las fotos... hace que las vacaciones no se olviden tan rápido como acostumbran en cuanto empiezas con la rutina laboral.
Me pongo otra vez en modo esloveno. De Piran, en la costa, volvimos a las montañas, al Parque Nacional del Triglav. En la zona de los lagos nos acercamos por el este y por el sur, esta vez les tocaba al norte y al oeste. Mi idea de subir el Triglav ya estaba totalmente desechada.
Antes de poner rumbo a nuestro destino, nos desviamos media hora para ver una pequeña iglesia, la iglesia fortificada románica de Hrastovlje, una joyita con unos frescos maravillosos de 1490.
La ruta elegida para volver al norte pasaba por otra de las zonas vinícolas, la de Boriška Brda. Esta vez sí, esta vez sí vimos extensos viñedos. Fuimos disfrutando del paisaje, por carreteras secundarias, parando donde apetecía... Una delicia. En este recorrido pasamos por Nova Gorica, ciudad creada en 1947, cuando Italia se quedó con Gorica, y los eslovenos construyeron esta nueva ciudad con criterios modernos. Exactamente, la guía pone que siguieron los preceptos de la arquitectura moderna de Le Corbusier. No paramos, pasamos con el coche siguiendo los carteles de Centro, y no fuimos capaces de distinguir la diferencia de esta ciudad con cualquier otra que no haya seguido dichos preceptos. Claro que de arquitectura entendemos poco.
Para acabar el día, nos dirigimos a la población de Most na Soci. Es un pueblo a la vera de un pantano (nos dimos un buen baño) donde puedes montar el coche en un tren y dirigirte al norte. Te ahorras unas cuantas curvas y es una experiencia. No es que montes el coche en un tren, es que viajas dentro de tu propio coche, subido a una plataforma-vagón. Te permite pasar por zonas que de otro modo son inaccesibles. Me entró el antojo de usar ese modo de transporte desde que leí de su existencia. Y disfruté como una chiquilla. Nosotras lo cogimos hasta Bohinjska Bistrica, y de allí hasta Grozd Martuljec, localidad donde íbamos a pasar dos noches, nos quedaba otra horita.
La zona de Kranska Gora es una excelente base para hacer rutas, Para ser un importante centro de esquí, el pueblo tiene bastante encanto. No está lleno de horribles y altos edificios de apartamentos como las estaciones de esquí de por aquí. Como curiosidad os diré que fue en esta zona donde realizaron el salto de esquí que todavía ostenta el récord. Están muy orgullosos de sus pistas y trampolines de salto. No me quedó claro si además también tiene el trampolín más largo para hacer los saltos. Muy cerca están la Reserva Natural Zelenci, una pequeña maravilla natural muy accesible con unos lagos y pantanos de un color espectacular..
Hemos hecho dos rutas por la zona. La primera no se ubica exactamente en el Parque del Triglav, pero ofrece unas vistas espectaculares de sus montañas. Para variar, las cumbres estaban nubladas. Es una ruta circular que se podría hacer en unas 3 horas. Y lo hubiéramos conseguido si no fuera porque empecé a ver un montón de setas. Y no podía pasarlas por alto. Al final recogí lo suficiente par hacer unas patatas con níscalos para cenar, y para hacer un pintxo de gibelirdiñes para cada una. Os voy a confesar que al principio había poca confianza en mis conocimientos micológicos entre mis compañeras de viaje, pero al final cenaron a gusto. Incluso alabaron mis dotes culinarias. Eso sí, lo primero que comentaron al despertar fue: Parece que estamos bien.
La segunda fue subir al Slemenova Špica (1906 m) desde el paso Vršič, puerto de montaña de 25 curvotas (las numeran como en Dolomitas) que sube a 1611 m. Es una ruta de 3 horas también, muy asequible para todos los públicos. La guía que llevé la califica como uno de los mejores paseos que se pueden hacer en la zona. Cualquiera de las otras rutas más recomendables requería otro esfuerzo y otro conocimiento de la zona. Y en efecto, esta era para todos los públicos. Frecuentada más que el Gorbea, os informo. Creo que en Eslovenia es difícil encontrar sitios poco frecuentados en la montaña, hay mogollón de afición a la montaña, pero este, debido a su poca exigencia, y a que es muy chulo, estaba petado. No os digo más. Jamás había visto a ovejas acercarse a los humanos a pedir comida, dejarse tocar... Alguna incluso les robó a unos excursionistas una bolsa de plástico con comida.
En la cumbre. Eva se aburrió de esperarnos. |
En la foto se ve la Capilla Rusa, hecha en madera en 1916 en honor a los miles de soldados rusos que murieron contruyendo la carretera del puerto de montaña del paso Vršič.
La última noche la pasamos en Kobarid, otra pequeña y agradable localidad al sur del paso Vršič, con una significativa historia en la 1ª Guerra Mundial. Tienen un museo dedicado a ello. A reseñar el restaurante Hisa Polonca, por si pasáis alguna vez por allí. Allí hicimos la última cena, como Jesús, en nuestro caso la última que hacíamos en Eslovenia. Y estuvo muy bien. Fue un buen colofón al viaje.
jueves, 5 de septiembre de 2019
PIRAN
Me ha encantado Piran. Iba con recelo. Si lees las guías la describen como uno de los lugares más recomendables del Adriático, con un pequeño casco histórico de clara influencia veneciana, la tildan de localidad romántica y glamurosa. Empecé a pensar que igual me había equivocado, que nos teníamos que haber alojado en otra localidad menos turística, que iba a ser insoportable y que nos íbamos a encontrar fuera de lugar.
Y nada más lejos de la realidad. En efecto, tiene un aire veneciano, el gótico veneciano está presente por doquier, Había mucha gente, claro, hemos ido en agosto, pero nada de aglomeraciones, casi nada de pijerío y mucho de encanto en sus callejuelas y plazas. Del romanticismo no os puedo hablar. Está rodeada de mar, tiene forma de cuerno, y en la punta está el faro. En lugar de playa tiene plataformas de cemento con escaleritas para facilitar el baño. En algunas zonas más alejadas del cogollo hay playas de piedras, nada de arena. A escaso kilómetro está Fiesa, que tiene una playa más convencional, también con plataforma de cemento, pero con zona de esparcimiento, chiringuitos y demás. Se puede acceder por un agradable paseo costero.
Lo que más que llamó la atención, me fascinó de hecho, es que al lado de las terrazas, algunas de las cuales eran muy plin y a cuyos camareros sólo les faltaba la pajarita, las familias se aposentaban con sus sillas de playa, sus tumbonas y sus neveritas, dispuestas a pasar el día como si de una verdadera playa se tratara. Y cuando digo al lado, quiere decir a continuación. Todo hueco del paseo que no estaba ocupado por terrazas estaba tomado por la gente. Sin complejos.
Mención especial merecen la plaza principal, dedicada a Tartini (Tartinijev Trg) y la Trg 1. Maj, abrevistura de Prvomajski trg, o sea, plaza del 1 de mayo. Lo sé porque en Piran todos los letreros están también en italiano, no porque mi esloveno dé para tanto. La primera es una plaza cuadrada, muy grande, con suelo de mármol o algo parecido, rodeada de emblemáticos edificios. La segunda es una placita que más recuerda a Nápoles que a Venecia por lo destartalado de algunos de sus edificios, pero con mucho encanto. Allí hay un establecimiento que da de comer por una ventana (allí pides y allí lo recoges) y de beber por otro lado. Si pillas mesa te atienden los camareros en el asunto del berbercio. Y si no pillas mesa, como fue nuestro cado, pides, te sientas en el pretil o en las escaleras y a degustar lo que sea, nos pareció que todo tenia una pinta estupenda.
Desde Piran visitamos las salinas de Secovije. A pesar de que todavía se explotan (había gente currando) fue una visitaun tanto decepcionante. La proyección del Centro de Interpretación hace más hincapie en la historia que en el proceso de obtención de la sal, y a mí siempre me gusta más la parte técnica, lo otro se me olvida volando. Y hacía un calor de muerte paranadar padeando entre las parcelas.
lunes, 2 de septiembre de 2019
CAMINO DE LA COSTA
Castillo de Predjama |
Eslovenia tiene pocos kilómetros de costa. Allí, entre otras localidades, está Piran. Ese era nuestro destino. Pero en el camino teníamos unas joyas: un castillo, cómo no, y unas cuevas, todo ello en la zona del Karst.
Esta zona da nombre al fenómeno kárstico que conocemos, ese que hemos estudiado en la escuela y en el insti. Karst, dolina... algunas palabras que nos suenan de esa lección son en realidad eslovenas. Fue allí donde se emoezaron a estudiar por primera dichos fenómenos. La región cuenta con innumerables cuevas y son el paraiso para los espeloélogos y los geólogos.
Interior del castillo. |
El castillo de Predjama esta construido a la entrada de una de estas cuevas, en un acantilado a 123 m. de altura. Inexpugnable. A no ser que alguien te venda al enemigo, y le chive que la pared más endeble de todas es la del cagadero, situado en una zona externa porque el sistema era muy parecido al que muchos hemos conocido en los caseríos y en algunas casas muy viejas. Así que el pobre señor del castillo, que aguantó un año de asedio porque podía deambular a sus anchas por las galerías de la cueva y salir al exterior cuando quisiera, murió cagando. Y todo eso lo sè porqueb a entrada incluye la audioguìa, y por una vez la tenian en castellano.
La cueva de Škocjan es uno de las más grandes de Eslovenia. La más grande es la de Postojna, mucho más turística: tiene hasta un trenecito. Nosotras decidimos visitar las de Šcocjan. Ha nsido declaradas Patrimonio mundial de la UNESCO y parecían algo más auténticas. Se pueden visitar casi 5 kilómetros de galería, y alguna de sus salas podrían albergar conciertos para 10.000 personas. Porque no es espectacular por sus estalactitas o formaciones rocosas, sino por su tamaño. Se pasa por un puente a 45 m. del suelo, por donde discurre el río Reka, responsable de todo el laberinto kárstico. Las salas son enormes, la sensación de inmensidad es apabullante. He estado en muchas cuevas y esa sensación no la había tenido hasta ahora. No hay pruebas fotográficas, no dejan sacar fotos.
Esto es la salida, da una idea del tamaño que puede tener el interior |
Como tengo complejo de maestra, le llamé la atencion a uno que iba sacando fotos con el móvil disimuladamente . Es que me joden los listillos. En mi perfecto inglés le pregunté: wich part of no photos haven't you understand? Creo que siguió haciendo fotos, pero tenía que andar pendiente de la guía y de mí, le hice un poco más incómoda la misión.
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