Hacía tiempo que quería ir a Vitoria de turismo. Las veces que he estado ha sido de fiesta (que no en fiestas) estando en magisterio, no os digo más, por lo que sólo conocía 3 calles, o a funerales de la familia, lo cual no da para mucho.
Por fin conseguimos compaginar calendarios, y Patxi, Txus y yo pusimos rumbo a Gasteiz el viernes a la tarde. Llevábamos un apretado plan que no hemos podido cumplir. Dicen que siempre hay que dejar algo para volver, pero no creo que vuelva, no de fin de semana por lo menos.
Después de dejar las maletas, tuvimos que elegir entre la jornada de puertas abiertas del Parlamento (Jota estaba allí) y el Artium. Elegimos lo segundo. La verdad, a lo mejor hubiera sido mejor idea la primera. Vimos alguna cosa chula, pero ni el edificio en sí, ni las exposiciones tienen nada del otro mundo. Lo más atractivo, la lámpara de la entrada, una pedazo de semiesfera con lágrimas de cristal huecas que se mueve un poco y suena.
Al día siguiente tocaba el casco viejo. Tiene una estructura típica medieval con trazado en forma de almendra. Muchos edificios antiguos y singulares y bastantes palacios renacentistas. También hay una serie de fachadas decoradas diseminadas por la ciudad, aunque la mayoría están en el casco. Y mucho ambiente, tanto por las noches, como el sábado al mediodía, centrado principalmente en las mismas 3 calles de entonces, eso no parece haber cambiado.
La visita a la catedral vieja me decepcionó un poco. Estuve hace pila de años, cuando realmente la visita hacía honor al lema "Abierta por obras". Ahora las obras casi han acabado, y si no fuera por el paseo de ronda y el paso por el triforio, diría claramente que no merece la pena, no por lo que vale, desde luego.
El Museo Fournier de Naipes y el Museo de Arqueología integran el Bibat. Se encuentra en dos edificios bien integrados, el Palacio de Bendaña, del siglo XVI, y un edificio moderno obra de Mangado. No pensaba que me iba a entretener tanto viendo un museo de cartas, pero se pasa el tiempo volando. El Arqueológico lo vi muy por encima, pero merece una visita. Además, son gratis.
Al día siguiente fuimos a ver las iglesias de Gazeo y de Alaitza, cerca de Agurain. Os recomiendo encarecidamente la visita. Las dos iglesias tienen frescos, unas pinturas impresionantes aunque de muy diferente estilo. La foto que cierra esta entrada es de la iglesia de Alaitza. Sus dibujos son diferentes a lo que había visto hasta ahora, no son frescos al uso ni son las típicas escenas religiosas explicativas que hemos podido ver en otros sitios. Representan escenas civiles, no sé si me explico, y el tipo de trazo y de dibujo es muy original. Curioso, que diría la guía, que repitió esa palabra más de 20 veces durante las explicaciones de las dos visitas. Lo dicho, muy recomendables.