lunes, 24 de noviembre de 2014

GORBEA


No sé si habréis leído el comentario que una amiga ha escrito en la última entrada. En ella me tacha de zángana (¡cuánta razón encierran siempre sus palabras!) y se pregunta si la razón de no escribir es que llevo una vida trepidante en la que no tengo tiempo para ello, o es que mi vida es tan aburrida que no merece la pena contarla.
Me inclino por lo segundo. No es que me aburra. Llevo una vida más que apacible en la que no hago casi nada, pero estoy lejos de aburrirme. Lo que pasa es que no me parece que tenga nada interesante que contar si no estoy de viaje. Para retratar la vida cotidiana y opinar sobre las más variasdas cuestiones os recomiendo el blog de Felix, para informaros sobre literatura o cine el de Laura y el de Inperdibles, y para deleitaros con sus dibujos el de Eugenio.

Así que para tener algo que contar, decidí aprovechar el buen tiempo e ir al Gorbea, por eso de volver a ponerme unas botas y pisar un poco de verde. Un gustazo, por cierto, eso de no tener que subir escaleras e ir por la hierba para llegar a la cumbre. Subí desde el Parketxe de Sarria. Una ruta chula y asequible cuyo único inconveniente es la pista cada vez más asfaltada del principio.
Había 7 personas en la cruz, un miércoles cualquiera. Me dieron ganas de pregurtarles a ver si ellos también estaban de sabático. Siempre es una curiosidad saber porqué hay siempre gente que puede subir al Gorbea cualquier día del año no recuerdo haber subido y que no hubiera habido nadie.

Para acabar la entrada os pongo una foto sacada por un amigo. También aquí hay temporales de nieve, la diferencia es que a mí, por lo menos, me pillan en mi casita y no a la intemperie. Eso sí, a ver si este año pruebo las raquetas y puedo sacar yo una foto así.